
Dada la facilidad con que serían vencidos los súbditos del Rey Alarico II, no quedaba más que traer las piezas de asedio para demoler las edificaciones principales y luego acabar con cualquier tipo de oposición que impida la conquista. El centro urbano ha sido destruido. Con unos lanzapiedras y un puñado de hombres, el enemigo va siendo derrotado.
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