
Vuelve a intentarse la ofensiva en la entrada a la ciudad de Ambrosio. Un contingente armado de paladines y lanzapiedras se preparaba para incursionar en dichas tierras, cuando sorprendió la aparición de tropas defensoras. Viéndolos venir, los onagros de asedio ensayaron disparar a los húsares, sabiéndose muy bien que nunca dan con precisión a un blanco en movimiento, para que en realidad den en el blanco de toda la retaguardia de los invasores de pasto. La batalla fue un poco más fácil.
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