
Con la caída del centro urbano, consecuentemente, perecieron algunos aldeanos. Para defenderse, Rey Leovigildo, envía lo poco que puede, un par de alabarderos y otro par de caballeros. Ya es tarde. Los godos rojos son más. Están tomando una ciudad, en la práctica, una ciudad fantasma. El monasterio ha sido destruido y la reliquia queda libre para ser capturada.
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