
Teodorico el Godo quema sus últimas naves: armas de asedio y huscarles. En un intento por apoderarse de las reliquias traen, además, un monje. Fue un descuido. Los guerreros godos rojos, empeñados en destruir la ciudad de Rey Leovigildo, perdieron la vida heridos por flechas lanzadas desde las torres. Entonces, Teodorico el Godo aprovechó la carencia de defensa de los godos rojos y dejó el castillo en llamas, aparte de una serie de caballeros muertos. Una lástima.
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