
A veces a los enemigos se les da por encarar castillos, en una quijotesca empresa. Sólo así pudieron ser rechazados Luís XI y sus lanzadores de hachas. El resto de su expedición cayó a manos de los paladines amarillos y también, irónicamente, por medio de luchas entre los rivales de otros bandos, que en un principio están dispuestos a atacar al mismo objetivo y terminan por atacarse entre ellos.
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