Nunca antes había jugado una partida en el mapa de marismas; ni antes del blog, ni después de iniciado éste. No obstante lo anterior, una vez más el mapa de relacionaba al Nuevo Mundo, al tener pavos y no ovejas como fuente de alimentos. Todos los participantes fueron aztecas y que lo fueran significó la participación de ocho pueblos aztecas en el mapa. De más está decirlo que no hubo caballería ni mucho menos armas que usaran pólvora.
La elección de este mapa fue considerando la geografía como aquella en la que vivieron los antiguos aztecas: Tenochtitlán una ciudad en medio de un lago y con las tierras rodeadas de zonas pantanosas. De esa manera cumplía un poco con hacerles un pequeño homenaje a aquella civilización prehispánica que forma parte del orgullo de todo un pueblo.
Una de las cosas que no me agradó de la partida fue la rendición y consecuente retiro de Cuauhtémoc. Esperaba más de él, por supuesto por el nombre y lo que dice de él la Historia… pero fue tan rápido. En los momentos previos al inicio de la partida, yo creía que podía estar junto a él disputándome la victoria final y no fue así.
Sin embargo, antes de sucumbir a la pena, recordé que era participante de la partida y debí considerar la resignación. Había algo —potencialmente provechoso— en que Cuauhtémoc se retire: dejaba un pedazo de mapa vacio y había que sacarle utilidad antes que otros lo hicieran. Entonces, fue así como decidí instalarme en la zona del mapa correspondiente al heroico azteca.
Ante las dificultades de llevar un puñado de hombres y mujeres hasta tan lejana tierra (lejana en términos del mapa), encontré que el barco transporte, en este caso un transporte fluvial, podía llevarlos de un extremo a otro del mapa; puesto que realizar dicho viaje por tierra hubiera supuesto una no determinada cantidad de peligros tales como: cruzarse con otra expedición militar y ser víctimas —involuntarias o no— de ataques. Eso diezmaría la expedición militar o los aldeanos enviados a construir la nueva ciudad, en este caso una pequeña colonia.
Definitivamente resultó un éxito el viaje. Los barcos llegaron al destino fijado y los aldeanos no tuvieron muchas dificultades en levantar la ciudad; por su parte, los soldados, que iban en el mismo viaje, sólo encontraron la ocasión de pelear cuando los aldeanos trabajaban en construir la ciudad. El rival con el cual nos encontramos fue con Moctezuma, aliado de Cuauhtémoc. En esta partida, ambos icónicos representantes de la cultura azteca, tuvieron la oportunidad de formar un equipo aunque dicha situación no se alargó por mucho tiempo.
Moctezuma se convirtió en el nuevo rival a derrotar. Era el más cercano en términos geográficos, puesto que los aliados siempre empiezan en posiciones estrechamente cercanas; durante su evolución en la partida llegan a tener una zona de intersección compuesta por los edificios que van creando. Moctezuma estuvo ubicado al extremo occidental de la colonia; Axayácatl y Cuitláuac, integrantes de otra alianza, se ubicaban en el extremo oriental de la colonia.
De inmediato, una vez derrotado Moctezuma, Axayácatl resultó siendo vencido. Lamentablemente, no pude recoger suficiente información en las capturas de imagen. Por lo visto, aparte de Huitzilíhuitl, mi aliado, otros dos más: Tízoc y Ahuítzotl, tuvieron a Axayácatl bien ocupado hasta derrotarlo. Un buen tiempo, este azteca figuró como el de mayor evolución, aquél que había acumulado mayor puntaje. ¿Cuál era el secreto? Era poseedor de tres de las cinco reliquias. Esa fue la razón que motivó a los demás participantes a eliminarlo del mapa precisamente para quedarse con la fuente de su riqueza. Incluso Moctezuma estuvo interesado en combatirlo para apropiarse de sus reliquias. En el momento que la expedición llegó a las extierras de Cuautéhmoc, una expedición militar de Moctezuma cruzó ante nuestros ojos camino al predio de Axayácatl.
Un valor significativo lo tuvo mi aliado Huitzilíhuitl. Mientras los aztecas naranjas detenían el avance de Tízoc y Ahuítzotl desde un cruce de rió amurallado, Huitzilíhuitl hacía la guerra a Axayácatl y a Cuitláuac. Fue un aliado muy comprometido con la causa. Apenas un rival se retiraba, se interesaba por buscarse un nuevo rival. Parece como si él mismo hubiera dirigido la guerra.
Algo para considerar es cómo un aliado afronta la guerra. Si es un jugador del sistema, es decir, dirigido por la computadora, tienen el defecto de no ser tan cautelosos a la hora de atacar, puesto que se lanzan con todo —como si no les importara sufrir bajas— contra torres, castillos y otros edificios. En todo caso, si el jugador humano hace un aporte sumando armas de asedio a la expedición el resultado puede mejorar sustancialmente. Con Huitzilíhuitl fue así. En ciertos momentos, nuestro apoyo con lanzapiedras fue vital para que él sea más letal en sus ataques y eso redunde en beneficio de nuestro equipo. Uno de los afectados con dicha estratagema fue Cuitláuac. Lamentablemente, el proceder anteriormente explicado no siempre fue rigorosamente seguido. Hubo momentos en los que me quedé sin aliado porque, en su descuidado proceder, perdía todos sus hombres de ataque; pero para eso estaban los aztecas naranjas si se trataba de continuar con la lucha.
La única victoria que nos podemos adjudicar como netamente propia es contra Moctezuma. Cuauhtémoc y Axayácatl perdieron de un modo poco claro y que sólo puede ser conocido realizando conjeturas. Cuitláuac es más una victoria de Huitzilíhuitl que nuestra; Tízoc y Ahuítzotl son victorias como resultado de la combinación de esfuerzos entre Huitzilíhuitl y los aztecas naranjas. En éstas se aprecia momentos del uso de armas de asedio para apoyar los esfuerzos del aliado y la continuación de la lucha cuando éste ya no está presente.