viernes, 31 de julio de 2009

Descarga de Todos los Godos

Aquí tienen la posibilidad de descargar gratuitamente Todos los Godos, la partida que se ha narrado en las últimas semanas.

Es un archivo de winzip que contiene dos momentos de la partida. El primero, al principio, cuando la partida era favorable para el enemigo; y luego, un segundo instante, en el que todo marchaba a favor de la victoria. Además de ello, el archivo contiene capturas de imagen de las estadísticas de la partida una vez concluida; quedan como un testimonio más de la victoria obtenida.

Para descargar la partida, sigan este vínculo.

jueves, 30 de julio de 2009

Todos los Godos. Balance Final

Se había empezado a explotar los recursos cercanos, crear más aldeanos con los alimentos obtenidos; con la madera, edificios; con la piedra, castillos, cuando repentinamente, Rey Leovigildo (naranja), mi aliado, que estaba cerca fue rápidamente eliminado de la partida, dejándome con la responsabilidad de superar todos los obstáculos posibles para lograr la victoria.

Fue realmente difícil soportar el vendaval del enemigo. No dejaban respirar. Primero venía uno, era vencido; luego otro, el mismo resultado; un tercero, igual. No obstante las pequeñas victorias había un detalle: cada vez se iban a la tumba un número determinado de soldados y debían ser reemplazados por nuevas unidades. Además, el enemigo se iba derribando un castillo, una torre, un cuartel, o dejaban un hueco en los muros de piedra que era imposible de reconstruir. Así, poco a poco, iban minando la capacidad de responder al ataque. Los recursos no se reponían a un ritmo mayor a la manera como fluían hacia su pérdida.

Lo difícil fue sobrellevar el cansancio de seguir luchando y sólo ver hombres caídos. Se descuida muchas cosas. Ya no se levantan nuevos castillos, tampoco se restituyen los edificios caídos y si el enemigo llega, la tiene más fácil. Recuerdo hombres de todos los bandos ingresando “como Pedro en casa” por los huecos de los muros y haciendo de las suyas: acribillaban aldeanos, mataban monjes, destruían casas. El límite poblacional disminuía.

Entonces, recordando viejos asaltos a ciudades conquistadas en el pasado, llevé a la práctica una costumbre muy vista en los rivales: tener extensos campos dedicados a la agricultura. Los aldeanos dejaron la ciudad, tácticamente, a merced del rival como tierra de nadie, y se retiraron al extremo más septentrional del mapa para usarlo como campo agrícola. Poco a poco se fue ganando una cifra mayor en la recolección de alimentos y cada vez era usada en crear nuevos aldeanos que se dedicasen al agro. A mayor número de gente trabajando, lógicamente se originaba un mayor ingreso de alimentos. Conforme hubieron alcanzado un punto más crítico, los godos rojos, de inmediato, comenzaron su resurgimiento. De modo inexplicable dicho punto de quiebre coincidió con una disminución de la intensidad ofensiva del enemigo.

Pero poco antes de caer en el punto crítico, un grupo de húsares fueron enviados a explorar el terreno enemigo más cercano. Rey Alarico II presentaba una forma de ir alejando al enemigo de la ciudad de los godos rojos, al mismo tiempo que se iba expandiendo el área libre alrededor de la ciudad. Es muy diferente tener enclaves apartados, separados y poco consistentes. Son más fáciles de perder. Es mejor ir ganado el área cercana a fin de que éstas sean una forma de extensión territorial.

En la contraofensiva Rey Alarico II no supuso mucha resistencia. Teias el Godo se declaraba derrotado, luego de perder sus dos últimos cañones de asedio a manos de los godos rojos. Se puede dar dos explicaciones. La primera, ellos estuvieron enfrentando otros rivales; la segunda, el nivel de su propio desarrollo: es muy posible que no contaran con la misma suerte que otros.

Con sólo tres rivales restantes, la situación más calmada, los godos rojos comenzaron primero: apagar los incendios, después a reconstruir su ciudad y cubrir las aberturas con empalizada. Luego, los aldeanos fueron enviados a determinadas tareas y crearon un ejército más estable. Con los esporádicos ataques y los altos recursos, se podía reemplazar a los caídos inmediatamente. Se emprendió una campaña definitiva.

Sólo quedaron vigentes las tres ciudades que ocupaban el extremo sur del mapa. De ellas elegí atacar la ciudad del centro, rompiendo una alianza y para dejar a los dos restantes como antagonistas entre sí. Una forma de aplicar la máxima “divide y vencerás”. Gracias a ello, el pago por espías fue más barato. No hubo mucha resistencia por parte de aquellos godos, sólo esporádicos intentos y las flechas de las torres, que eran muchas. Del Rey Leovigildo se pudo obtener una reliquia. Con esa sumaron cuatro en posesión nuestra. La producción de oro no cesaba.

Cuando se emprendió la ofensiva final, Teodorico el Godo no tuvo mucho con qué defenderse, salvo escasas intervenciones de unidades que peleaban por el honor. Lo que sí hacía difícil llegar al corazón de su ciudad fue la excesiva cantidad de torres y castillos por doquier. En este tramo jugó un papel fundamental la artillería. Los cañones de asedio fueron abriendo camino a los godos rojos. Incluso, no sólo se dedicaron a destruir torres o castillos, sino también, a dar en el blanco de valientes aldeanos dispuestos a reponer una torre u otro edificio que había sido derribado, antes de sucumbir.

Sintetizando, fue una partida difícil, se pasó de la inminente derrota a la victoria total gracias a la decisión de colocar más aldeanos dedicados al agro. Con ello la alicaída economía mejoró y permitió el resurgimiento. La posición fue ideal: los campos agrícolas fueron ubicados al norte de la ciudad, el enemigo estuvo entretenido con destruir la ciudad. También hubo un poco de suerte. El momento del declive de los godos rojos fue, en general, un declive compartido por todos; pero bien aprovechado por los míos. De lo contrario no se hubiese obtenido la victoria.

miércoles, 29 de julio de 2009

Teodorico el Godo concede la victoria


¡Victoria! Ya no podía más el enemigo. La fuerza, coraje y empeño de los godos rojos logran imponerse. Los cañones de asedio, el arma clave para asegurar la derrota de Teodorico el Godo. Aún restaban edificios por derribar, como también, aldeanos vivos. Las tropas se habían replegado para recibir la curación de los monjes, que esperaban completar las cinco reliquias. Un artillero boca arriba según el juego muerto; yo creo, más bien, que al conocerse la victoria no pudo más, se separó de su arma y se arrojó al suelo, boca arriba, de felicidad.

lunes, 27 de julio de 2009

Constructores que arriesgan sus vidas


Cualquier intento de levantar una torre, que es lo único posible, los aldeanos de Teodorico el Godo caen muertos por impactos de balas de cañón. Ya no tienen fuerzas para seguir luchando, en cualquier momento próximo se declararán derrotados. Aún quedan torres; a los godos rojos, ánimo y recursos para acabar la batalla.

domingo, 26 de julio de 2009

A paso firme


Lo único que va quedando son restos de edificios y murallas silenciosas que fueron testigos de mejores momentos. Aún queda resistencia de parte de Teodorico el Godo. Por detrás de los cañones vienen, reforzados y curados, el resto del ejército de los godos rojos.

sábado, 25 de julio de 2009

Los últimos momentos


Arqueros a caballo que se encargan de ultimar a los aldeanos del centro urbano rodeado de cadáveres. Los aires siguen siendo surcados por balas de cañón que impactan en el castillo. Algunos godos rojos han caído, pero el resto constituye una mayor fuerza respecto de Teodorico el Godo. Otros se han replegado para recibir la cura de los monjes para seguir luchando.

viernes, 24 de julio de 2009

Castillo en llamas


Los cañones del frente suroeste se van abriendo camino hacia el centro donde se fusionarán con la fuerza principal. El objetivo será caer sobre los últimos aldeanos quienes no tienen más protección que las flechas. Sobre la nieve van quedando huellas de lo que fueron los cimientos de anteriores edificaciones.

jueves, 23 de julio de 2009

Destruyendo las torres


Se ataca en dos frentes. El principal es en el centro. El que se ve en imágenes corresponde al segundo, el límite suroeste, que se encarga de la parte cubierta de torres que sufren el ataque de los cañones de asedio. De esta manera se busca tomar al enemigo por dos frentes: por el principal, que es defendido seriamente; y por el segundo que ha sido descuidado.

miércoles, 22 de julio de 2009

Contragolpes


Una brevísima expedición del único oponente restante destruyó un castillo de los godos rojos, pero los autores de ese ataque caen ante el resto de tropas ubicadas en la ciudad, como retaguardia. Se insiste en atacar a Teodorico el Godo. A éste, enviar su expedición le costó perder territorio. Ahora los godos rojos se hallan más internados en su ciudad, dejando edificios en escombros.

martes, 21 de julio de 2009

Fuego en el centro urbano


Por lo general, los enemigos construyen varios centros urbanos, pero el principal, allí donde se concentra la mayoría de aldeanos, se halla al interior de la ciudad. Tras dejar en escombros un edificio, ahora se apunta al centro urbano. El humo queda como estela de las balas de cañón. No hay edificación que sea perdonada.

lunes, 20 de julio de 2009

Al asalto de Teodorico el Godo


Los godos rojos cruzan los linderos de su campamento provisional alejado de su propia ciudad. Empiezan los choques con las fuerzas de Teodorico el Godo, al mismo tiempo que la artillería apunta a los edificios. Los caballeros defienden los cañones de asedio, pero uno de éstos ya es víctima de la defensa enemiga.

domingo, 19 de julio de 2009

Los godos rojos con cuatro reliquias


Son cuatro las reliquias conseguidas hasta el momento. Sólo resta una que se halla en poder de Teodorico el Godo. El guardián de ellas será el monje que aparece en imagen. Como se ve, dentro de la ciudad hay orden, la gente trabaja, los edificios han sido saneados del daño sufrido. Todo va bien.

sábado, 18 de julio de 2009

Artillería en acción


Ya no hay contra quién combatir salvo defenderse de esporádicos manotazos de ahogado. Debido a la abundancia de recursos, la artillería ocupará un papel importante en la fase final de la partida. Realmente será un trabajo de demolición. La reliquia del Rey Leovigildo se halla rodeada de torres que pueden herir a cualquier monje nuestros si intenta capturarla y llevarla a su monasterio.

viernes, 17 de julio de 2009

Contragolpe de Teodorico el Godo


Teodorico el Godo quema sus últimas naves: armas de asedio y huscarles. En un intento por apoderarse de las reliquias traen, además, un monje. Fue un descuido. Los guerreros godos rojos, empeñados en destruir la ciudad de Rey Leovigildo, perdieron la vida heridos por flechas lanzadas desde las torres. Entonces, Teodorico el Godo aprovechó la carencia de defensa de los godos rojos y dejó el castillo en llamas, aparte de una serie de caballeros muertos. Una lástima.

sábado, 11 de julio de 2009

Rey Leovigildo se despide


Con este último derrotado, sólo queda un rival. Todo va quedando hecho escombros. Salvo unas casas y unas torres hostiles que impiden el libre tránsito en el territorio conquistado, pero que serán eliminadas en poco tiempo para facilitar el libre tránsito de unidades militares y aldeanos, y para la explotación de recursos.

viernes, 10 de julio de 2009

Cae el centro urbano


Con la caída del centro urbano, consecuentemente, perecieron algunos aldeanos. Para defenderse, Rey Leovigildo, envía lo poco que puede, un par de alabarderos y otro par de caballeros. Ya es tarde. Los godos rojos son más. Están tomando una ciudad, en la práctica, una ciudad fantasma. El monasterio ha sido destruido y la reliquia queda libre para ser capturada.

jueves, 9 de julio de 2009

En el centro urbano del Rey Leovigildo


Luego de pagar aproximadamente más de 6000 monedas de oro por los espías, se reveló a la vista, casi todo el mapa. El Rey Leovigildo representó una oportunidad rápida de vencer. Luego de establecer campamento, recibir la ayuda médica de los monjes, reparar las maquinarias de asedio y esperar por refuerzos, estos godos son un puño rojo contra el Rey Leovigildo. No hay muchos aldeanos, ni unidades militares. Ya sin interés de cuántas pérdidas puedan sufrir, la caballería y los huscarles atacan al centro urbano.

sábado, 4 de julio de 2009

Rey Walia es eliminado


Los godos rojos fueron un vendaval. Llegaron y, con sus armas de asedio, fueron destruyendo cada edificación que se opuso en su camino. Primero, castillos; luego, casas, edificios económicos y gente que no opuso resistencia. Lo que se ve en la imagen es un aviso a Teodorico el Godo, el aliado del Rey Walia, que ya le corresponderá su turno de conocer la furia de los godos rojos. Por su parte, los mineros de oro explotan yacimientos ubicados en la entrada de la ciudad del Rey Leovigildo, el aliado ya retirado. Habían pasado inutilizados hasta ahora.

viernes, 3 de julio de 2009

Represalias de Teodorico el Godo


Una expedición, enviada con el fin de reforzar a los combatientes que sobrevivieron a la toma de la ciudad del Rey Walia, tuvo que retroceder a medio camino e intervenir en la defensa de la ciudad pues el enemigo llevaba, posiblemente en un último esfuerzo, las últimas armas de asedio que pudo crear. Solamente los pudieron alcanzar, prácticamente, en la entrada misma de la ciudad. De vuelta a casa, realmente.

miércoles, 1 de julio de 2009

Derribando castillos


No hay mucha resistencia. Sólo unos cuantos de infantería cuerpo a cuerpo o de armas arrojadizas. Para evitar que surgiesen más de ellos, se iba destruyendo los edificios militares conforme se avanza. Como se puede apreciar, hay campos de cultivo pero nadie los trabaja. La última vez que representaron un peligro fue en el ataque anterior a la ciudad de los godos rojos. La infantería del Rey Walia decidió morir atacando, pero dejaron su ciudad al descuido.
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