Haciendo retroceder a los aztecas

Tres arietes son enviados contra el castillo. Lo excelente de utilizar los arietes entre edificios consiste en que son capaces de hacer daño si se los coloca ellos, siempre y cuando un estrecho espacio lo separen. Previamente, los mayas y aztecas realizaron un enconado ataque contra nuestra fortaleza y derrumbaron un sector de la muralla de los francos. Para recuperar la protección, se ha construido un nuevo tramo de muralla con nuestros propios colores y, por su puesto, con nuestra propia piedra. Además, cuatro castillos fueron levantados en los cuatro vértices de la fortaleza para mayor protección.

Mayas y aztecas atacan

El intento de mayas y aztecas es inteligente. No sólo pretenden destruir nuestras murallas sino que su esfuerzo implica hacer lo mismo con las antiguas murallas de los francos. Saben que deben atacar al conjunto, si es que quieren vernos fuera de esta fortaleza levantada cerca de su ciudad y que pone en peligro sus opciones de triunfar en la partida.

Los impetuosos y belicosos mayas

Pájaro-jaguar sigue empecinado en evitar que nos instalemos muy cerca de él y los mayas que comanda y gobierna. Se ha construido una muralla en el extremo suroeste. Es un área que en un principio estaba poblada de árboles, pero con el paso del tiempo, y el trabajo de los leñadores, se ha ido deforestando y ha quedado libre. Aprovechando las murallas dejadas por Raimundo de Antioquía, se tiene un cuadrilátero que es el perímetro de la fortaleza.

Deteniendo a los mayas

Esos onagros son peligrosos. Los caballeros ingleses salen a frenar la expedición maya. Ahora los ingleses están acomodados en dos zonas de la ciudad. Una de ellas es la más cercana a las tierras de Yue Fei, el chino. Los que aparecen en la imagen corresponden a la zona más cercana a las tierras de Conall, el celta.

Raimundo de Antioquía dice adiós

Apagadas las vidas de los últimos aldeanos francos de Raimundo de Antioquía, éste se retira de la contienda. Me parece una situación medio rara, ya que nunca se le conoció hecho de armas, en la partida claro está. Repito, como lo dije antes, no tenían área agrícola y parece que los mayas y aztecas no los han hostigado tanto, porque de hacerlo los hubieran derrotado antes que nosotros.

Los últimos aldeanos

No los encontramos en su ciudad, sino más bien fuera de ella. Forman parte de un conjunto de aldeanos dedicados a talar árboles. Parece que no a otra cosa se han dedicado estos francos; porque área agrícola no tienen.

Los mayas intentan destruir las murallas

Pájaro-jaguar nos tiene una gran inquina que no sólo se limita a destruir mi expedición contra los francos de Raimundo de Antioquía, sino que quiere destruir los muros de un lugar abandonado. Las murallas de la imagen corresponden al intento nuestro de edificar una fortaleza en lo que fue la ciudad de Olaf Tryggvasson, el vikingo. Ya no nos sirve, pero los mayas son guerreros furiosos y de gran ímpetu.

La universidad es atacada

Ya había sido bombardeada por los lanzapiedras. Sin embargo, los mayas mejor armados destruyeron la maquinaria de asedio y a los otros guerreros. Lo poco que queda, de la expedición inglesa, son estos arietes. Ya casi no hay edificación en pie… pero tampoco ha llegado el momento en el que Raimundo de Antioquía anuncie su rendición.

Raimundo de Antioquía no tiene ejército

¡No hay quién defienda la ciudad! El centro urbano cae. Los aldeanos quedan desprotegidos. Unos huyen; otros, no. Extrañamente una expedición de Pájaro-jaguar cruza la ciudad de cabo a cabo hasta encontrarse con nosotros y atacarnos. ¡Qué enconado rival! Parece como si entendiera que con los francos eliminados de la partida lo que quede de su ciudad será una posición avanzada para emprender ataques a sus tierras.

Al ataque contra Raimundo de Antioquía

Repetimos la estrategia usada contra los vikingos de Olaf Tryggvasson; aunque esta vez sí tenemos apoyo de los lanzapiedras desde un inicio. La idea es abrir una brecha en la muralla, por medio de la cual, para que los guerreros ingresen a la ciudad y hagan de las suyas. Un detalle respecto de Raimundo de Antioquía: a lo largo de toda la partida no se le ha visto participar en hechos de armas. Quizás, y esto es una especulación, su participación bélica fue contra sus vecinos mayas y aztecas.

Fuego contra los aldeanos chinos

Parece que los creadores del videojuego hicieron eco de la realidad y han determinado que la población china —en toda partida— sea siempre abundante. Primero envié una expedición de caballería ligera, que se encargara del reconocimiento de la zona y encontraba aldeanos desocupados por montones. No pudieron exterminarlos porque de inmediato aparecieron, salvadores, los guerreros japoneses. Ahora regresamos con onagros de asedio, que son más letales y, sin embargo, Yue Fei no se rinde. ¡Increible! Debe tener más aldeanos en otra zona del mapa.

Pájaro-jaguar y Acamapichtli unen esfuerzos

¡Y se la toman contra mí! Lo malo de salir a detener esta expedición radica en que al atacar a un onagro los otros van separándose y distanciándose hasta ponerse a tiro de cualquier otro caballero y así dispararle sus letales bolas de fuego. Entonces, los caballeros quedan heridos si es que no muertos.

Se pierde el mercado vikingo

Lo bombardearon con lanzapiedras. Es una lástima perder el mercado vikingo, que pensamos, nos proveería de oro hasta el final de la partida. Los últimos guerreros, una vez sucedida la eliminación del mercado, junto a los aldeanos y las carretas de mercancías, han sido evacuados hacia tierras de Conall y luego, en un segundo turno, hacia los predios ingleses. Espero volver a usar esas carretas.

Inesperado ataque azteca

No habíamos terminado de establecernos en la nueva fortaleza y llegaron, de inmediato, los aztecas con sus guerreros y armas de asedio dispuestos a expulsarnos de las antiguas tierras de Olaf Tryggvasson. Lo que está en juego, y de momento está en peligro, es el mercado que no hemos alcanzado a protegerlo adecuadamente para que sea siempre nuestra fuente de oro.

Aprovechando el mercado

Dentro de esta nueva fortaleza se ha creado un mercado, el cual permite el tránsito —ida y vuelta— de las carretas de mercancías que aporten más ingresos de oro para financiar futuras expediciones y, en especial, para que la adquisición de piedra, para reparar murallas y castillos, no sea un problema grande para nuestra economía.