Muchas veces en Age of Empires II los aficionados se encuentran con nombres de los
líderes bajo cuyo nombre la civilización —aliada o enemiga— aparece en el
juego. Más allá de parecer ficción, casi todos los nombres pertenecen a
personajes históricos. Con ello el juego se prestigia aún más pues significa el
empleo de investigación para su desarrollo.
Aquí, en un breve espacio, se hace un
esfuerzo por dar a conocer quiénes fueron ellos y qué hicieron para ganarse un
lugar en los libros de historia. Es el turno de General Manuel Comneno
(bizantinos), uno de los participantes de Bizancio, la quinta partida
que se relató en Planeta Age.
General Manuel Comneno (según Age of
Empires) o Manuel I Comneno (de acuerdo con la historia), llamado también
“Megas” (el grande), fue un emperador bizantino. Nació el 28 de noviembre y
reinó entre 1143 y 1180. Sus padres fueron Juan II Comneno y Piroska de Hungría,
conocida como Irene y por ser la hija del rey San Ladislao I de Hungría.
Manuel fue un gran militar. También destacó
como un hábil político y estadista del Imperio Bizantino. Gracias a su pasión
por el mundo occidental, se le conoció como el único caballero-emperador según
los preceptos de su tiempo. Celebró torneos y justas caballerescas en las
cuales él mismo participaba. Esta costumbre al parecer fue heredada de parte de
su madre, quien recibía a nobles y caballeros húngaros en la corte bizantina.
Fue el cuarto hijo de la descendencia de su
padre. Sus dos primeros hermanos murieron prematuramente. Por ese motivo tenía
pocas posibilidades de alcanzar el trono imperial. Sin embargo, tras la muerte
de su padre (en el campo de batalla) y destacarse en las campañas bizantinas
contra los turcos selyúcidas, fue declarado emperador por el ejército en
detrimento de Isaac, su hermano mayor. Antes de acceder al trono, Manuel se
garantizó la lealtad de la ciudad y de los jerarcas de la Iglesia Ortodoxa
gracias a la intervención de su secretario personal, Juan Axouch, en la capital
del imperio mientras Manuel Comneno celebraba el funeral de su padre. Fue coronado
en agosto de 1143 por el nuevo patriarca de la Iglesia Ortodoxa, Miguel II
Kourkouas. Una vez hecho esto, Isaac, legítimo heredero al trono, fue liberado.
El nuevo emperador se encargo de distribuir dinero a cada poblador de
Constantinopla y a la Iglesia Ortodoxa.
Para Manuel Comneno la primera intervención
en asuntos extranjeros llegaría en 1144. Atabeg Zangi absorbió el Condado de
Edesa y amenazaba al Principado de Antioquía. Dada la situación, Raimundo de
Antioquía tuvo que solicitar ayuda a Bizancio ya que una intervención de
Occidente no sería inmediata. De esa manera Manuel Comneno se decidió por
proteger a dicho principado al mismo tiempo que obtenía un vasallo.
En el año de 1146, Manuel Comneno inició una
expedición con objetivo de castigar al Sultanato de Rum, liderado por Masud,
que constantemente atacaba las fronteras del imperio en Anatolia y Cilicia. Las
fuerzas bizantinas llegaron hasta Iconia pero no pudieron traspasar las
murallas de la ciudad y se limitaron a destruir el área en torno a la ciudad.
Manuel Comneno destruyó la ciudad de Filomenio y se llevó a la población
cristiana. Evaluando su proceder, se interpreta que sus acciones estaban
dirigidas hacia los cruzados occidentales porque quería ser visto como uno más
que abrazaba sus ideales.
A pesar de que podía seguir tras más éxitos
en Oriente, Manuel Comneno tuvo que volver la vista a Bizancio. En 1147 dio
permiso al paso de la Segunda Cruzada, lideradas por Conrado III y Luís VII de
Francia. Ya en el pasado los cruzados habían dejado una mala imagen ante los
bizantinos puesto que cometían actos de vandalismo a su paso. En esta nueva
cruzada el ejército de Bizancio debió escoltar y vigilar a los cruzados durante
su paso por el imperio de Manuel Comneno, además de reforzarse las murallas y
exigir a los líderes cruzados garantías en caso de problemas mayores. No
obstante las nuevas condiciones, hubo incidentes entre cruzados y griegos que
estuvieron cerca de provocar una guerra abierta entre ellos.
Tras el fracaso de la Segunda Cruzada, Manuel
Comneno retomó su atención a Antioquía. Reinaldo de Chatillon, nuevo líder del
principado, había invadido la provincia bizantina de Chipre en represalia a un
supuesto incumplimiento de tributos. En dicha campaña militar, capturó al
gobernador de la isla, Juan Comneno, sobrino del emperador. También despojó a
sus habitantes de sus riquezas y cometió la atrocidad de mutilar a los
supervivientes y se retiró luego de obligarlos a comprar sus rebaños a
elevadísimos precios con lo poco que a los chipriotas les quedaba. Incluso se
cuenta que el botín acumulado permitió al Principado de Antioquía ostentar
poder económico por años. Finalmente, Reinaldo de Chatillon, en una muestra de
desprecio hacia el emperador, le envió a la corte algunos chipriotas mutilados.
El emperador respondió a semejante ultraje de
manera enérgica: reunió un impresionante ejército. En el invierno de 1158 y
1159 marchó hacia Cilicia realizando el trayecto a una velocidad inusitada que
sorprendió Teodoro II de Armenia, colaborador en el ataque a Chipre. Todas las
ciudades y villas se rindieron fácilmente ante Manuel Comneno y su ejército. Se
cuenta que Teodoro II de Armenia huyó hacia las montañas y que un anciano
pastor le traía comida para que pudiera sobrevivir.
Por su parte, Reinaldo de Chatillon veía
amenazado su poder sobre Antioquía. No podía solicitar la ayuda del rey de
Jerusalén, Balduino III, porque éste no había autorizado el ataque a Chipre.
Entonces, la única salida era someterse a vasallaje ante Manuel Comneno cosa que
fue aceptada luego de que Reinaldo de Chatillon se humillara públicamente
presentándose ante el emperador bizantino vistiendo un saco y una cuerda
alrededor del cuello y tras ser ignorado largamente por Manuel Comneno, quien
—en el momento— se reunía con sus cortesanos.
Aceptar a Reinaldo Chatillon como vasallo
tenía un fin: aprovechar a Occidente para reforzar el poder de su imperio,
además de colocar a Antioquía bajo su poder. Su ingreso a esta ciudad fue
triunfal y propició la celebración con juegos y torneos para la población
local. Luego partió hacia Edesa habiendo reunido previamente un ejército pero
abandonó la campaña cuando Nur ad-din liberó a seis mil prisioneros cristianos
capturados en varias batallas desde la Segunda Cruzada.
Posteriormente los asuntos de Occidente
requirieron la intervención de Manuel Comneno. En 1148 respondió el ataque de
Roger de Sicilia, cuya flota atacó la isla de Corfú y luego saqueó Tebas y
Corinto. Estas acciones motivaron al emperador bizantino a prepararse contra
los normandos. En 1149, Manuel Comneno, contando con 500 navíos, 1000 de
transportes de soldados y alrededor de 30.000 hombres, recuperó la isla de
Corfú.
El contraataque normando fue a manos de Jorge
de Antioquía, que con una flota de 40 naves realizó actos de pillaje en los
suburbios de Constantinopla. Por su parte, Manuel Comneno llegó a un acuerdo
con Conrado III de Alemania para realizar una invasión al sur de Italia y
Sicilia además de su posterior repartición.
Guillermo I de Sicilia, sucesor de Roger de
Sicilia, intentó enfrentar a los bizantinos pero resultó severamente derrotado.
Éste tuvo que hacer frente a numerosas rebeliones contra su gobierno en Sicilia
y Apulia. Manuel Comneno las fomentaba a través de algunos nobles locales
descontentos. Para ese momento, Conrado III ya había muerto y su sucesor,
Federico Barbarroja, lanzó una campaña contra los normandos que fue abortada a
medio camino.
Manuel Comneno consiguió asegurarse plazas
importantes en el sur italiano, como Bari por ejemplo, y garantizó la paz por
un periodo. Durante esos años, Manuel Comneno conversó con el Papa acerca de
una posible restauración del antiguo Imperio Romano a costas de unir la Iglesia
Católica y la Iglesia Ortodoxa. Sin embargo, existían desacuerdos entre el Papa
y el Emperador de Bizancio puesto que no decidían quien era el más adecuado
para liderar el nuevo orden europeo que pretendían formar: o el Papa, quien
dirige la Fe; o el emperador, quien tenía el poder político. La situación era
complicada, ya que uno de los dos debía ceder. Para el Papa Adriano IV había
mucho que ganar ya que evitaba tener como vecinos a los belicosos normandos.
Sin embargo era aún más complicado para Manuel Comneno puesto que debía
renunciar a la ortodoxia y el pueblo griego tenía un gran sentimiento
anti-occidental.
Sin embargo, cuando todo marchaba bien en
Italia, la suerte cambió. Sucedieron ciertas desavenencias entre el comandante
Miguel Paleólogo y el Conde Roberto III de Loritello. A pesar que luego
superaran las diferencias, la campaña ya había perdido el empuje inicial. El
punto de quiebre fue la Batalla de Brindisi. Los sicilianos lanzaron un gran
ataque por mar y tierra simultáneamente. Para beneficio de éstos, los
mercenarios de Manuel Comneno rehusaron seguir combatiendo y demandaron una
mejor paga; entonces, como no la consiguieron, desertaron. Los barones locales,
antes leales, empezaron a retirar su apoyo a Manuel Comneno. Tras la batalla
perdida, el emperador de Bizancio quiso reunir un nuevo ejército y
contraatacar. Lamentablemente ya era tarde: Guillermo I de Sicilia ya había
recuperado todas las conquistas bizantinas en la región de Apulia.
Tras la derrota en el sur italiano, el poder
bizantino mermó considerablemente en dicha región. Tan solo quedaba la ciudad
de Ancona. Los normandos habían sido dañados severamente y negociaron la paz
con los bizantinos. La campaña de Italia resultó siendo improductiva para
Manuel Comneno si se considera el gran gasto del tesoro imperial en dicha
aventura militar.
Para debilitar el poder comercial de Venecia,
Manuel Comneno firmó acuerdos con Génova y Pisa, rivales venecianos. Además, ya
en 1158, para contrarrestar las aspiraciones de Federico Barbarroja sobre el
norte de Italia, el emperador bizantino apoyó a las ciudades italianas de la
Liga Lombarda con subsidios; incluso la reconstrucción de las murallas de la
ciudad de Milán fue con ayuda bizantina. A pesar de esto, no obtuvo apoyo en
retorno de estas ciudades en sus proyectos. Años más tarde, en 1171 y tras
severos desacuerdos, expulsó a los mercaderes venecianos del imperio y confiscó
sus propiedades. Venecia envió una flota de guerra pero no obtuvo los
resultados esperados y retornó a casa. Las relaciones entre ambos estados no se restauraron durante la vida
de Manuel Comneno.
En la frontera norte (Los Balcanes) Manuel
Comneno realizó esfuerzos para preservar las conquistas hechas por Basilio II
hace más de cien años atrás. En los años de guerra entre los bizantinos y
normandos de Sicilia, los serbios invadieron el territorio del imperio. Manuel
Comneno consiguió obligar a los serbios rebeldes a rendirle vasallaje
(1150-1152).
Hungría no escapó a sus planes: lanzó
constantemente ataques con el fin de anexar sus territorios. Manuel Comneno se
sentía con derechos sobre territorio húngaro por ser hijo de Piroska de
Hungría. De esta manera, sin necesidad de derrocar a Geza II de Hungría quiso
que éste se le sometiera para expandir el área de influencia bizantina. En dos
importantes campañas, desarrolladas en los años 1151-1153 y 1163-1168, Manuel
Comneno penetró en el territorio de Hungría y obtuvo un cuantioso botín. En
1156, Manuel Comneno y Geza II de Hungría firmaron la paz. Un año después, el
emperador bizantino sugeriría a Federico I Barbarroja
unir esfuerzos para someter a los húngaros. El emperador germánico rechazaría
dicho plan.
Géza II murió en 1162. Su hijo Esteban era el
heredero del trono húngaro, con el nombre de Esteban III. Manuel Comneno envió
embajadores para gestionar su coronación, al mismo tiempo que movilizaba su
ejército para entrar en acción contra el Reino de Hungría. Los nobles húngaros
se decantaron por Ladislao, hermano de Geza II, quien estaba en una posición
más independiente, y fue coronado como Ladislao II en 1162. Sin embargo, en
enero de 1163 fue muerto por envenenamiento.
Esteban IV, tío de Esteban III, sería el
nuevo monarca húngaro. Rompió los vínculos con el papado y fue proclive a los
intereses de Manuel Comneno. Esteban III lideraría una rebelión y derrotaría al
rey el 19 de junio de 1163 permitiéndole huir a Bizancio. El emperador
bizantino partió de Sofía jurando a Esteban IV que iba a resolver el asunto.
Entonces buscó la solución ofreciendo la mano de su hija María a Béla, hermano
menor de Esteban III y nombrándolo heredero del trono húngaro. Además, pidió
los territorios de Croacia y Dalmacia y la presencia del joven Béla en
Bizancio, quien sería educado en la fe ortodoxa y recibiría el nombre de Alexios.
Esteban III no entregaría los territorios
exigidos lo cual motivaría al emperador bizantino, una vez más, a que
movilizara sus ejércitos contra los húngaros. La expedición llegaría hasta Bács
y Esteban III continuaba negándose a entregar los territorios, ahora protegido
por tropas germánicas y checas. Los monarcas llegaron a un acuerdo en el cual
Esteban III renunciaría a Croacia y Dalmacia además de Sirmia; Manuel Comneno,
por su parte, renunciaba a dar apoyo a Esteban IV.
En 1165, los húngaros fieles a Esteban III
atacaron a Esteban IV y lo envenenaron en Zimony. En junio del mismo año,
Manuel Comneno lanzó un ataque contra los húngaros. Esteban III renunció una
vez más a los territorios de Croacia y Dalmacia. El emperador bizantino los ocuparía
gracias al apoyo de tropas venecianas. Ya para la primavera de 1165, Esteban
III ocupó los territorios de Sirmia. Para expulsarlo, Manuel Comneno envió tres
ejércitos: uno liderado por Béla, hacia la frontera del Danubio; los otros dos
desde Galicia y Moldavia. Gracias a la intervención del suegro de Esteban III,
Enrique Jasomirgott, duque austriaco, se firmó la paz. A finales de 1165 los
ejércitos húngaros capturaron a Béla, el regente bizantino, y ocuparon una
porción de Dalmacia.
En la Batalla de Zimony los bizantinos
vencieron a los húngaros y recuperaron los territorios de Sirmia. Con la muerte
sin herederos de Esteban III (1172) Manuel Comneno envía a Béla hacia Hungria.
Allí es coronado como Béla III y mantendría una política orientada hacia Bizancio.
El afán intervencionista de Manuel Comneno
también alcanzó a los principados rusos, con lo cual se formaron bandos.
Iziaslav II de Kiev estaba relacionado con Geza II de Hungría y era hostil a
Bizancio; el Príncipe Yuri Dolgoruki de Suzdal era aliado de Manuel Comneno y
Vladimirko de Galicia es descrito como un vasallo bizantino. Galicia estaba
situada al norte y noroeste de las fronteras húngaras; por ello, tenía una
importancia estratégica en el conflicto húngaro-bizantino. Tras la muerte Iziaslav
y Vladimirko, la situación cambió. Yuri de Suzdal, aliado de Manuel Comneno,
tomó el control de Kiev y Yaroslav, el nuevo príncipe de Galicia, se acercó a
los intereses húngaros.
Entre 1164 y 1165 Andronikos, primo de Manuel
Comneno, escapó hacia la corte de Yaroslav en Galicia. La situación era
peligrosa para Bizancio ya que podía ser apoyado por un principado ruso y
Hungría. Entonces, el imperio realizó una agresiva tarea diplomática para
repatriar a Andronikos, que incluyó el perdón de Manuel Comneno. Luego, una
misión a Kiev, ahora regida por el Príncipe Rostislav, resultó favorable.
Yaroslav fue persuadido para renunciar a sus tratos con los húngaros. Esta
restauración de las relaciones con Galicia tuvo un efecto inmediato para Manuel
Comneno. En 1166 le aportaron dos ejércitos como apoyo en sus guerras contra
los húngaros.
Junto al Rey de Jerusalén, Amalarico I,
Manuel Comneno envió una expedición contra Egipto. Previamente ambos monarcas
habían acordado la repartición del país del Nilo: los bizantinos tendrían la
costa; los cruzados el interior del país. Esta acción militar suponía una gran
demostración de poder por su parte, puesto que se trataba de un gran ejército y
una gran flota; no obstante que representara un gran gasto para los bizantinos.
La campaña suponía algo loco, ya que el
teatro de operaciones estaba muy distante del centro militar bizantino.
Viéndolo desde otra perspectiva, suponía que los reinos cruzados latinos
intervinieran a favor de los intereses de Manuel Comneno, ya que evitaría una
alianza de los islámicos que hubiera sido fatal para los reinos cruzados, al
mismo tiempo que mantener a éstos con vida suponía alejar a los enemigos de
Bizancio. Por otra parte, las ingentes riquezas de Egipto aseguraban réditos a
la inversión realizada en la campaña militar incluso si eran compartidos con
los cruzados.
La invasión a Egipto contaba con el apoyo de
la población cristiana copta, que vivía más de medio milenio bajo el poder
musulmán. Lamentablemente, hubo una falta de cooperación y coordinación entre
bizantinos y cruzados en las escasas operaciones militares que realizaron.
Aquéllos llevaron provisiones para tres meses y cuando los cruzados llegaron
éstas ya se estaban acabando. Manuel Comneno había invertido muchos recursos en
esta campaña sin lograr éxito alguno y que —de mucho mejor modo— hubieran sido
empleados contra los turcos selyúcidas en Anatolia quienes representaban una
mayor y más cercana amenaza.
La última de sus campañas militares fue
contra los turcos selyúcidas. Su pretensión era alcanzar Iconia. Justo en la
entrada del paso a Miriocéfalo se encontró con unos embajadores turcos que
ofrecían paz en términos generosos. Los generales más experimentados sugerían
aceptar la oferta mientras que los más jóvenes querían atacar. Manuel Comneno
tomó en cuenta la opinión de estos últimos.
El ejército de Manuel Comneno cometió una
serie de errores garrafales; por ejemplo, no enviar expediciones de
reconocimiento. El 17 de setiembre de 1176 fue derrotado por el Sultán Kilij
Arslan II en la Batalla de Miriocéfalo. Su ejército cayó en una emboscada
mientras marchaba a través de un delgado paso de las montañas. Los bizantinos
fueron dispersados y derrotados; el equipo de asedio, destruido. Manuel Comneno
fue obligado a renunciar a la conquista de Iconia. Según las fuentes históricas
bizantinas, el emperador perdió el control de sus nervios durante y después de
la batalla.
El Sultán Kilij Arslán II permitió a Manuel
Comneno y su ejército que se retirasen solo si desmantelaba las fortificaciones
de Dorilea y Syllion, pero el emperador solo cumplió con las de esta última.
Posteriormente, Manuel Comneno consideró a esta batalla como una catástrofe
similar a la sufrida, casi un siglo atrás, en Manzikert. En realidad, no
significó una gran pérdida para el ejército bizantino, ya que quienes sufrieron
más bajas fueron las tropas aliadas y, sobretodo, el equipaje, que fue el
principal objetivo de la emboscada turca. Años después, los bizantinos
conseguirían una serie de importantes victorias contra los turcos y una que
otra derrota de menor importancia.
Sin embargo, la constante actividad bélica
condujo a que Manuel Comneno perdiera salud progresivamente hasta morir de una
simple fiebre el 24 de septiembre de 1180.
Grecia y Bulgaria serían provincias que iban
a vivir en esplendor hasta finales de siglo. Bizancio vio reforzado su carácter
cosmopolita con la llegada de cruzados europeos y mercaderes italianos. Estos
últimos abrieron los puertos del Egeo al comercio con los reinos cruzados de Tierra
Santa, ya que se demandaba constantemente productos de diversas zonas del
imperio. Se creía que Bizancio era más rico y próspero que nunca antes desde la
invasión persa en tiempos del emperador Heraclio. Las ciudades retomaban la
recuperación que se había visto mermada por las guerras civiles y la derrota de
Manzikert (1071) gracias a los éxitos de los emperadores Comnenos.
El Imperio Bizantino era una potencia, con
fronteras seguras y ciudades prósperas, aunque al interior existían serios
problemas: la corte requería de un líder enérgico que mantuviera el sistema y
saneara las finanzas, porque se había derrochado mucho dinero en campañas
militares, en la corte y en patronazgo a la Iglesia y artistas.
Desafortunadamente, para los bizantinos, no llegaría un gobernante adecuado
para dichas tareas.
Manuel Comneno fue sucedido por Alejo II
Comneno, hijo suyo y de María de Antioquía (quien adoptó el nombre de Xena).
Ésta, a su vez, era hija de Raimundo y Constanza de Antioquía. Previamente tuvo
un par de hijas con Bertha de Sulzbach, cuñada de Conrado III de Alemania. Se
le conoce, también, un número significativo de hijos ilegítimos.