miércoles, 1 de diciembre de 2010

Genghis Khan. Un pequeño análisis

Debido al tiempo transcurrido —desde su estreno hasta hoy— ya debe haber literatura crítica de cine muy desarrollada sobre la película. Entonces, evitando caer en un círculo vicioso, mi pretensión es encontrarle algún punto, visto desde cierto ángulo, que termine por ser original y novedoso. Es por ello que termino haciendo esta suerte de ensayo o apreciación crítica centrada en uno o dos temas. Por otro lado, estudiar la película globalmente seria un proyecto que tomaría años y el formato del blog no permite algo tan extenso.


La necesidad de un sacrificio para crear un imperio

Hay algo que debí mencionar en el inicio de estas presentaciones de películas pero que no hice; ahora, ya que es el momento propicio, lo voy a hacer.

Si los realizadores de la película han tomado varias licencias históricas en el guión,  la película es analizada considerando las licencias históricas. Aquí no cabe señalar tal o cual escena o frase bajo la perspectiva de “eso no ocurrió en históricamente”. En otras palabras, las películas aquí importan por aquello que expresan pues son tomadas como un producto ficcional y no como documental de History o Discovery en los cuales sí se exige un rigor historicista.

Hago esta aclaración ya que quien conozca la verdadera historia de Genghis Khan entenderá que la película se aleja en demasía de la Historia. En fin, una vez dicho esto, no queda más sino empezar con el análisis argumental del film.

Mientras China y Persia eran las grandes civilizaciones del Lejano y Medio Oriente respectivamente, los mongoles eran un pueblo nómada, que variaba su establecimiento de acuerdo con la temporada: invierno o verano, temporada de caza o pastoreo del ganado, etc. Tampoco tenían establecidas ciudades como sí lo habían hecho los chinos y los persas. Lo único que tienen, como hogares, son unas chozas llamadas yurtas, que podría compararse con los tipis de los indios de las praderas de América del Norte, por ejemplo el pueblo sioux.

Tampoco existe, entre los mongoles, una condición de pueblo unificado. No por lo menos hasta la aparición de Genghis Khan. Esa condición de coexistir sin unidad política bien determinada va generar que aparezcan clanes y tribus dominadas por señores de la guerra, los cuales determinan sus territorios y, ante el más mínimo intento de ingresar en ellas para aprovecharse de su animales de caza u otros recursos, significa una ofensa tan grave que conlleve a la enemistad entre las tribus y, como consecuencia de lo mismo, una búsqueda de revancha que sólo puede ser satisfecha con la muerte o tomando prisioneros que pasan a la condición de esclavos de la tribu que los capturó; el hazme reír del pueblo u objeto de exhibición de cuán poderoso es el caudillo de la tribu. En esas estepas las ofensas se lavan con sangre, la mujer del oponente puede ser violada y marcada con hierro candente, similar al ganado y las vidas de cualquiera carecen de una entidad encargada de garantizar su existencia, libertad y respeto de parte de los demás.

Para estos mongoles se puede muy bien aplicar la frase latina: homo hominis lupus (el hombre es lobo del hombre). Cualquiera con poder quiere imperar y someter al otro. Dicha filosofía de vida se ejemplifica con claridad en Jamuga. El inicio del film está dado por la muerte del padre de Temujín (quien aún no había recibido el nombre de Genghis Khan) y la reducción del hijo a un estado de esclavitud en la tribu de los merkit, aquella que lidera Jamuga. Allí, entre esa gente, vivirá parte de su tardía niñez y primera juventud…hasta que consigue escapar, reencontrarse con los suyos, que le son fieles, y juntar hombres para emprender su tarea conquistadora y unificadora.

Definitivamente que Temujín no estaba dispuesto a ser un siervo más como cualquier otro de su tiempo, la Edad Media. Él era hijo de un hombre importante, el líder de una tribu, y sabía su lugar correspondiente y la esclavitud era una degradación. Entiende muy bien que Jamuga no es más que él. Es así como decide enfrentarlo.

Es significativo lo que sucede entre Genghis Khan y su rival Jamuga. De principio a fin serán antagonistas. El primero quiere que todas las tribus se unifiquen bajo su mando; Jamuga es el único rebelde que no quiere someterse a quien fue en algún momento su esclavo. Un señor de la guerra y líder de su tribu como Jamuga, con su respectiva soberbia, no lo aceptaría. Es además la lucha entre el poder unificador y el poder por continuar con un antiguo estado de las cosas de aspecto más primitivo.

Genghis Khan huye de furia de Jamuga refugiándose tras las murallas del Emperador de la China. Su enemigo, una vez sucedido eso, decide atacar China pero es Genghis Khan quien sale en defensa de su amable anfitrión. Tiempo después, con la conquista de China y el amplio dominio más allá de su tierra natal, el Gran Khan vuelve a enfrentar a Jamuga. Ahora éste es aliado del Shah de Khwarezm; a ambos los une la necesidad de frenar el ímpetu conquistador de su rival, pero Jamuga sigue siendo aquel quien no desea inclinarse ante otro hombre. A Genghis Khan sólo le falta someter y ganar la lealtad de la tribu de su más encarnizado rival —la tribu merkit— para tener a todas las tribus mongolas bajo su mando.

Entonces, el proyecto de Genghis Khan tiene un obstáculo desde el mismo momento de su génesis. Jamuga es quien debe ser sacrificado, ofrecido como chivo expiatorio, para el surgimiento del Imperio Mongol. Tiene, al igual que Genghis Khan, el poder de convocar hombres para luchar por su ideal, pero al mismo tiempo aquello que lo diferencia consiste en ser malvado y desear la prolongación de esa condición de “tierra de nadie” en las estepas mongolas, la esclavitud, el abuso y el sometimiento humillante del más débil bajo el mando del más fuerte.

Parece como un extraño sino el de Genghis Khan. Cuando tiene capturado a Jamuga no quiere ejecutarlo, sino mantenerlo dentro de una jaula colgada en medio de la vía pública para deleite de todo viandante. Bortei, quizás un poco más sabia, confronta a su esposo sugiriendo que debe darle muerte a su enemigo; sólo así podrá tener la lealtad de sus hombres y concretar la unión mongola que tanto desea. Genghis Khan se resiste a cambiar de idea como conducido a ese desenlace trágico inevitable, del cual no puede escapar porque parece ya predestinado a ello.

Con la muerte de Jamuga se cierra el círculo de violencia iniciado con la incursión de las huestes merkits sobre la caravana liderada por el padre de Genghis Khan. El desarrollo del conflicto de la película toca su fin en el momento que el vencedor clava la espada sobre el cuerpo del vencido en el “duelo mongol”.

El final es entendido como lo hacen los autores clásicos griegos respecto de la tragedia: la muerte de un personaje de alto nivel y con grandes virtudes. Este personaje no es otro que Genghis Khan. Como toda muerte la es, la este hombre también es dolorosa. Lo lloran sus seres queridos, entre ellos Bortei, su esposa; sus capitanes y sus soldados, pero al mismo tiempo significa un punto de partida, o mejor dicho, un nacimiento a partir de una muerte aunque suene irónico. Resulta siendo algo así como la madre que muere en el parto. Es importante la escena posterior a la muerte de Jamuga, cuando Genghis Khan aparece curado de sus heridas pero al mismo tiempo debilitado por el combate. Los hijos de este gran conquistador, al ser exhibidos ante los vencidos, pasan por un nuevo nacimiento, ya no el biológico sino el social: van a ser reconocidos como los herederos de los dominios mongoles, los señores de las tierras conquistadas.

Con el sacrificio de Genghis Khan y Jamuga no sólo se consolida un imperio, sino al mismo tiempo surge una nación. En el momento que los derrotados se inclinan ante la progenie del Khan no sólo implica el sometimiento ante la familia gobernante, sino también la aceptación de éstos individuos como la representación del pueblo mongol frente al resto del mundo y los reinos e imperios que lo componen. Se puede decir que la descendencia es la representante de la unidad mongola. Genghis Khan es el joven que fue libre y padeció en carne propia la esclavitud, como lo pudo sufrir cualquier otro de su pueblo o cualquier otro mongol; también es el hombre que ambicionó colocar a los mongoles como señores del Asia subyugando a China y Persia y también es el hombre que ofrece su vida en un emblemático sacrificio contra su enemigo de toda la vida. Todos estos aspectos influyen para determinarlo como el padre fundador de su pueblo.

Una vez concretada esa unión mencionada, los mongoles son tan fuertes como un fiero puño cerrado. Las tribus están unidas conformando un solo pueblo y  aprovecharan su espíritu guerrero para pretender conquistar el mundo conocido hasta esos días. Y sí que estuvieron cerca de hacerlo. Figuras históricas como Kublai Khan y Tamerlán, por citar un par de nombres, lo corroboran.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Genghis Khan. Ficha Técnica

Ahora corresponde presentar la película sobre Genghis Khan, el personaje principal de la cuarta campaña histórica de Age of Empires II: The Age of Kings. En los últimos años han surgido diferentes versiones fílmicas sobre este legendario líder mongol. Haciendo uso del descarte, me decidí por la versión de Henry Levin de 1965 ya que se considera la más afamada producción, muy a pesar de las críticas que le restan valor debido a que distorsiona un poco la realidad histórica.

Por otra parte, existe un proyecto cinematográfico cuyo primer título es Mongol (Sergey Bodrov, 2007)  y que pretende ser una trilogía sobre vida de Genghis Khan. En un primer momento estuve interesado en incorporarla a esta serie de películas analizadas, pero mejor esperamos a que la trilogía esté concluida para dar una opinión completa.


Título Original
Genghis Khan

Idioma
Inglés

Dirección
Henry Levin

Producción
Irving Allen, productor
Euan Lloyd, productor adjunto
Götz Dieter Wulf, productor en línea
Artur Brauner, productor

Guión
Beverley Cross, guión
Berkely Mather, historia original
Clarke Reynolds, guión

Protagonistas
Omar Sharif (Genghis Khan)
Stephen Boyd (Jamuga)
Françoise Dorléac (Bortei)
James Mason (Kam Ling)
Susanne Hsiao (Chin Yu)
Eli Wallach (El Shah de Khwarezm
)

Telly Savalas (Shan)
Yvonne Mitchell (Katke)
Robert Morley (El Emperador de China)
Subodai (Kenneth Cope)
Patrick Holt (Kushluk)
Roger Croucher (Kassar)
Woody Strode (Sengal)
Don Borsenko (Jebai)
Michael Hordern (Geen)
Andreja Maricic (Chagedai)
Gustavo Rojo (Altan)
George Savalas (Toktoa)
Dusan Vujisic (Ho Mun Tin)
Jovan Tesic (Fut Su)

Diseño de vestuario
Cynthia Tingey

Música
Dušan Radić

Fotografía
Geoffrey Unsworth

Montaje
Geoffrey Foot

Studio
Columbia Pictures Corporation
Irving Allen Productions
Central Cinema Company Film (CCC)
Avala Film

Distribución
Columbia Pictures

Duración
127 minutos

viernes, 26 de noviembre de 2010

Cruzada. Imágenes para recordar

A continuación se presenta una serie de imágenes, las más representativas de la película analizada. No es exhaustivo, como hago con las partidas que juego, sino más bien he tomado unas cuantas a fin de presentar la película. Ya sea para quienes la conocen, porque la han visto anteriormente; o bien para aquellos que no han tenido la oportunidad de verla, creo que puede resultar un material interesante. Espero que lo disfruten.



miércoles, 24 de noviembre de 2010

Cruzada. Un pequeño análisis

Debido al tiempo transcurrido —desde su estreno hasta hoy— ya debe haber literatura crítica de cine muy desarrollada sobre la película. Entonces, evitando caer en un círculo vicioso, mi pretensión es encontrarle algún punto, visto desde cierto ángulo, que termine por ser original y novedoso. Es por ello que termino haciendo esta suerte de ensayo o apreciación crítica centrada en uno o dos temas. Por otro lado, estudiar la película globalmente seria un proyecto que tomaría años y el formato del blog no permite algo tan extenso.


Una propuesta de tolerancia multicultural

Cruzada aborda los últimos años del Reino de Jerusalén. Ha transcurrido más o menos un siglo desde la conquista de Tierra Santa por los cruzados europeos; los cuales, a partir de la prédica de los papas Gregorio VII y Urbano II, tomaron las armas contra los musulmanes. Con ello establecieron lo que se conoce como los reinos y principados cruzados de Oriente Próximo.

En aquellos años de cruzadas Jerusalén es vista casi de la misma manera como en el siglo XVI empezó a ser visto el Nuevo Mundo. Tierra Santa es un lugar para conseguir fortuna, aquella que resulta esquiva en Europa; aunque a diferencia del imaginario que se tuvo sobre el continente descubierto por Cristóbal Colón, se dice de Jerusalén que es un lugar para conseguir la salvación espiritual. Acudir a la cruzada es el medio para alcanzar el cielo. Allí no vale más lo que tiene un hombre por haber nacido, sino por lo que ha logrado en la vida. Resulta siendo muy contrario a los estamentos feudales de la Edad Media y se aproxima más a un ideal de igualdad entre todos más propio de la vida en un mundo democrático.

La toma de Tierra Santa trajo como consecuencia que miles de musulmanes murieran a manos de guerreros cristianos. Cien años después, la situación es diferente. Musulmanes, judíos y cristianos tratan de convivir pacíficamente en Jerusalén, que no es sólo su morada y suelo natal, sino también como un lugar religioso común a las tres religiones anteriormente mencionadas. Cada cual la mira desde una posición distinta. Para los musulmanes es la tierra de unos de los profetas islamitas, Jesucristo; para los cristianos, la tierra donde nació y ofreció su sacrificio el Hijo de Dios y, finalmente, para los judíos es la Tierra Prometida, aquella a la que arribaron luego de andar por el desierto tras salir de Egipto. Un mundo en el que confluyen tres religiones, tres razas y tres culturas.

Saladino, el rey sarraceno, y Balduino, el rey cristiano (conocido también como el Rey Leproso), hacen esfuerzos para que musulmanes, judíos y cristianos coexistan pacíficamente en Jerusalén y alrededores. Para dicha tarea, el Rey de Jerusalén se apoya en el padre de Balian, y posteriormente el encargado de dicha labor será en propio Balian, quien va a Tierra Santa como un peregrino, para aliviar las penurias que sufre en el mundo, aquellas que sufre su esposa en la muerte tras su suicidio y también la búsqueda de la utopía en la Tierra Santa. Con esas circunstancias y su pensamiento insignia (“qué clase de hombre es aquel que no quiere cambiar el mundo”) en Balian va a surgir un afán por ser un caballero perfecto e ideal en Tierra Santa. Ese afán es una promesa al padre que muere, ya que en la ceremonia de iniciación como caballero éste le pide lo mejor que un caballero pueda darle a débiles y desamparados.

Sin embargo, los caballeros templarios y los fanáticos religiosos de toda Europa, son quienes se muestran como antagonistas al proyecto de coexistencia pacífica. Reinaldo de Chatillon, personaje histórico, es un guerrero templario que se manifiesta con una mayor animadversión hacia los judíos, musulmanes y los cristianos de un rango social inferior al suyo. Junto a él se encuentra Guy de Lusignan, futuro rey de Jerusalén, derecho que obtendrá gracias al matrimonio con la hermana del Rey Leproso. Estos dos son los líderes templarios que, cuando pueden, organizan asaltos organizados a caravanas de comerciantes y otros musulmanes.

Ambos templarios hacen gala de un ímpetu guerrero desaforado. Dicen que es voluntad de Dios matar musulmanes. En ellos, hay un placer por matar infieles. Una frase, dicha despectivamente por Reynaldo de Chatillon, resume muy bien sus ideas: “ese hombre es un sarraceno”, que pronuncia cuando es acusado ante Tiberias, comisario de Jerusalén, por atacar a un grupo de musulmanes y con eso quería dar por sentado que es el testimonio de un hombre inferior o un enemigo del cristianismo. Por su parte, Guy de Lusignan no ve con buenos ojos a Balian ni a su padre. Lo considera un traidor al cristianismo ya que trabajaba junto al rey de Jerusalén por un mundo de tolerancia entre razas y religiones, lo que implica la aceptación del otro que —para los templarios— es diferente e inferior.

Para los cruzados, hay diferencias insalvables entre los seres humanos en cuestión estamentos sociales y credos religiosos. En Balian se encuentran ambas cuestiones: es un hijo bastardo del Barón de Íbelin y también es hijo de un hombre que manifiesta tolerancia hacia otros credos. Guy de Lusignan le tendrá, en todo momento, un odio especial y nada gratuito; aunque, inusitadamente, en dicho odio no se encuentre incluido los amores entre Balian y Sybilla. Ella, más bien, tiene un sentido utilitario: es la llave al trono de Jerusalén una vez muerto el rey.

Son los guerreros cruzados, quienes van a traer abajo este proyecto de convivencia armónica entre la gente de los tres credos. Con la muerte del rey leproso y el ascenso de Guy de Lusignan como nuevo monarca, la política del Reino de Jerusalén cambiaría respecto al enemigo sarraceno. De inmediato emprenden una campaña militar que acaba desastrosamente en su primera batalla.

Posteriormente a la heroica y épica defensa de Jerusalén, comandada por Balian de Íbelin, los cristianos logran conseguir un trato beneficioso: pueden retornar a tierras cristianas sin ser víctimas de los musulmanes, muy a diferencia de la conquista de Jerusalén en la que no quedó vivo un solo musulmán. El supuesto antagonista, el otro, es quien termina dando una lección en todos los planos. Saladino es un hombre con los pies en la tierra. Los templarios creían que sólo basta tener la cruz para vencer a los enemigos de la Fe; Saladino, por su parte, fijaba atención en las tácticas militares y que que todo dependía de su ingenio y esfuerzo. Por otro lado, una escena casi al final del film es muy precisa. Saladino se encuentra en un palacio con una cruz cristiana derribada sobre el suelo. Ni la patea ni la ningunea. Respetuosamente la pone de pie como señal de respeto hacia la otra religión; pero en el final de la película se ve que sobre la cima de una construcción se coloca el símbolo de la religión musulmana. En Tierra Santa la media luna ha triunfado sobre la cruz; pero queda establecido que sea un lugar de culto común a las tres religiones que reclaman como suya a la ciudad de Jerusalén. Ha cumplido con el proyecto compartido con el Rey Leproso, a quien admiraba mucho; pero esta vez es bajo el dominio musulmán y no bajo el gobierno cristiano de Jerusalén.

Lo que consigue Balian —con la resistencia heroica de Jerusalén— es convencerse y convencer a los suyos de que el Reino de los Cielos es de conciencia y no una cosa territorial sobre la cual se derrame sangre de inocente tras inocente. Él propone un cristianismo espiritual. Ya han perdido Tierra Santa. No les queda más que llevar la fe en la mente y el corazón. Al fin de cuentas esta propuesta resulta más pacífica y tolerante, muy ajena por cierto a las creencias de fanáticos religiosos como los templarios.

Unas palabras más antes de concluir. Es cierto que toda producción cultural está determinada por el contexto histórico en la cual es hecha. Por ello hay que preguntarse ¿a qué público apunta el mensaje del film? Precisamente a nosotros, gente del siglo XXI, nuestro mundo y su bagaje más que milenario de guerras, odios raciales y religiosos, junto a campañas de limpieza étnica a lo largo y ancho del globo terráqueo, que no ha traído más que muertes y sufrimientos. Los interpelados somos nosotros.

Hoy en día se vive la globalización y las distancias geográficas se han hecho cortas o casi nulas y el acercamiento entre gentes diferentes es más recurrente. Escoger a la Jerusalén de la época de las cruzadas no es un hecho fortuito. El retrato que se ha hecho de ella en Cruzada es un mensaje para nuestro tiempo: un ejemplo para el tiempo actual y los años venideros. Ya no se trataría de una ciudad, sino de una utopía que proyecta a extenderse hacia el mundo entero.

El fundamento base de la propuesta no es otro sino el ideal que subyace a los credos religiosos tales como el cristianismo, islamismo y judaísmo, el amor, que en este caso alude al amor hacia el prójimo. A partir de él nace la tolerancia. Una vez obtenida esa tolerancia, el siguiente paso que cae por su peso: la convivencia pacífica. La tolerancia permite —en el llamado Reino de los Cielos— la convivencia compartida de las tres religiones mencionadas sin el ánimo, de ninguno de sus fieles, de convertir, hacer abjurar de su fe al otro o, como el caso de los templarios, organizar guerras santas que concluyan en orgías de sangre. Una proyección del pasado hacia el presente para exigirnos la realización de una tarea pendiente.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Cruzada. Ficha Técnica

Resulta un poco difícil encontrar una película que represente a Saladino, el protagonista de la tercera campaña histórica de Age of Empires II: The Age of Kings. Lamentablemente no hay una producción cinematográfica que se ocupe directamente de él; sin embargo, sí se puede contar con un film en el que aparece como antagonista de los personajes principales. En él, el rey sarraceno, que reconquista Tierra Santa para el Islam, ocupa un lugar destacado y relevante para la trama.


Título Original
Kingdom of Heaven

Idioma
Inglés
Italiano
Latín
Árabe

Dirección
Ridley Scott

Producción
Ridley Scott
Branko Lustig, productor ejecutivo
Lisa Ellzey, productor ejecutivo
Terry Needham, productor ejecutivo

Guión
William Monahan

Protagonistas
Orlando Bloom (Balian de Ibelin)
Eva Green (Sibila de Jerusalén)
Liam Neeson (Godofredo de Ibelin)
Jeremy Irons (Tiberias)
Brendan Gleeson (Reynaldo de Chatillon)
Ghassan Massoud (Saladino)
Marton Csokas (Guy de Lusignan)
Alexander Siddig (Imad)
Edward Norton (Rey Balduino)

Diseño de vestuario
Janty Yates

Música
Harry Gregson-Williams
Jerry Goldsmith

Fotografía
John Mathieson

Montaje
Dody Dorn

Studio
Twentieth Century Fox, Scott Free Productions

Distribución
Twentieth Century Fox Film Corporation

Duración
144 minutos

viernes, 19 de noviembre de 2010

Juana de Arco. Imágenes para recordar

A continuación se presenta una serie de imágenes, las más representativas de la película analizada. No es exhaustivo, como hago con las partidas que juego, sino más bien he tomado unas cuantas a fin de presentar la película. Ya sea para quienes la conocen, porque la han visto anteriormente; o bien para aquellos que no han tenido la oportunidad de verla, creo que puede resultar un material interesante. Espero que lo disfruten.



miércoles, 17 de noviembre de 2010

Juana de Arco. Un pequeño análisis

Debido al tiempo transcurrido —desde su estreno hasta hoy— ya debe haber literatura crítica de cine muy desarrollada sobre la película. Entonces, evitando caer en un círculo vicioso, mi pretensión es encontrarle algún punto, visto desde cierto ángulo, que termine por ser original y novedoso. Es por ello que termino haciendo esta suerte de ensayo o apreciación crítica centrada en uno o dos temas. Por otro lado, estudiar la película globalmente seria un proyecto que tomaría años y el formato del blog no permite algo tan extenso.


¿Loca o santa? Un intento por entender la vida de Juana de Arco

Juana de Arco habita un hogar profundamente católico. Ella misma es capaz de acudir a la iglesia para la confesión apenas cometa el más mínimo pecado… así sea el tomar los zapatos de su padre y entregárselo al más necesitado. Es como si pretendiera vivir perennemente en ese estado de gracia descrito por los predicadores, el de la comunión con Dios y la vida de santidad, a la que deben aspirar todo los humanos, como señalan los catequizadores.

A Juana la violencia y destrucción de la guerra la toman por sorpresa. Ha recibido la absolución del párroco y está por retornar a casa, un poblado de unas cuantas casas habitadas por campesinos. En esos momentos se encuentra en esos estados de gracia o manifestación divina en las que presencia a “un niño hermoso” con el que juega como en un lugar especial y alejado de cualquier intromisión de la perfidia humana; en el mismo lugar se le aprecia jugando con una espada que encontró en el camino. En fin, los ingleses atacan, hacen el saqueo y destrucción y violan a su hermana apenas muerta lo cual motiva a Juana que se cuestione sobre la bondad y el bienquerer de Cristo y lo que él ofrece a sus seguidores en la tierra.

Hay dos cuestiones que considerar. La espada y la muerte de su hermana. Lo que va considerar Juana es que la aparición de la espada no es fortuita sino más bien divina ya que se relaciona con el momento que quemaron su aldea y la muerte de su hermana mayor. Para Juana el mensaje es claro: tomar las armas y luchar por su país. El segundo detalle en cuán traumático puede resultarle presenciar, siendo una niña piadosa, la violación de un cadáver más aún que sea de un ser tan querido como su hermana. A partir de aquí cualquier despistado podría creer, bajo las premisas de un razonamiento facilista, que Juana sufrió una horrenda experiencia, que traumatizó su vida, y a partir de dicho momento tuvo visiones que la incitaron a tomar las armas contra los invasores ingleses; pero la cosa no es así porque Juana de Arco ya tenía tales visiones mucho antes de presenciar el salvajismo del violador. De todas maneras, la espada y la lucha por Francia, junto a las visiones, jugaran un papel fundamental en el desarrollo de la película y su posterior desenlace.

Las escenas siguientes al entierro de su hermana y que sea acogida por sus parientes de otro poblado son de un matiz más dramático. Sus incontestables preguntas sobre la voluntad de Dios y sus propósitos sobre los vivos, el deseo exagerado de renunciar al valle de lágrimas y unirse a Cristo a través de la comunión, deseo que se manifiesta con su ingreso nocturno a la iglesia para beber (a escondidas) el vino con el que se consagra la misa. Lo anterior no es más que una forma de reiterarnos su exagerado amor por el Dios cristiano.

Posteriormente la película nos muestra a una Juana cercana a los veinte años. Ella pasa la prueba de fuego para identificar quién es el Delfín de Francia en medio de la multitud cortesana. De acuerdo a los estándares de la época era óptimo para reconocerle su aura de santa, ya que sabe de algo que nadie le ha informado previamente; luego debería pasar la prueba de estar “inmaculada”, un examen médico con el objetivo de entender si aún lleva la virginidad o no. Todo queda en una gran admiración, pues consideran a Juana como una santa, por un lado; por el otro, despierta sospechas ya que no toda la corte del Delfín cree en milagros, luego de tanta sangre derramada en el campo de batalla y el pesimismo derivado de años plenos derrotas. Sólo el futuro rey Carlos VII le tiene un poco de fe. Es que quizás ya no tenía más cartas con cuáles jugar.

Lamentablemente, los aspectos terrenales y espirituales se entremezclan seriamente y resultan confusos a simple vista. Previamente a la captura de La Tourelle, Juana sueña que está en un pasaje oscuro y llega con una antorcha al trono en el que habitualmente se sentaba el niño que representa a Cristo. Es de noche. Posteriormente, cuando logran ingresar en la fortaleza que protege a Orléans Juana entra en un trance mientras es empujada por su ejército contra el inglés en un escenario que combina fuego, destrucción y muerte. En sus visiones ve un hombre, muy parecido a Cristo, que le recrimina “Juana, qué me has hecho” y luego de un grito aterrador derrama sangre de las sienes que chorrea por los lados de su rostro. Recordemos que unas escenas antes Juana ha atacado con una espada a un soldado inglés y, aunque haya sido para defenderse, consiguió matarlo. La imagen de Cristo derramando sangre de las sienes me recuerda una frase de un catequista: “no sigamos martirizando a Cristo en la cruz con nuestros pecados”. Lo sucedido es claro. Juana ha roto el telón de santidad que llevaba su mensaje. El previo pasaje oscuro y el trono de Cristo vacio del sueño son claros: Dios no está más para ella, Juana ha ingresado en un camino oscuro por causa del pecado, como quitarle la vida a otro ser humano y llenarse de odio contra otros cristianos, los ingleses. Quizás sea explícito que Juana en un  principio pidió la paz al Rey invasor y que los ingleses se retiren de buena manera de Francia; también es explícito la ausencia de visiones o mensajes desde la toma de La Tourelle hasta cuando está encerrada en un calabozo porque ha caído en desgracia. Es algo así como que el pecado le hizo privarse de la presencia de Dios en su vida.

El tramo más delicado de la película es la aparición de “La Conciencia”, aquel hombre mayor vestido con una capucha negra que no deja de acosar a Juana increpándole sus acciones y tratando de hacerle entrar en razón dándole otro sentido a las cosas que Juana creyó se trataba de mensajes o señales divinas que la convertían en una elegida para la tarea de liberar a Francia. Ésta es la parte del argumento que puede conducir a cualquiera a creer que Juana ha perdido el juicio, y considerar toda la película como un caso más de psiquiatría; pero eso sería un análisis obtuso y contentarse con una solución superficial.

La Conciencia no es en sí lo que su nombre pretende representar. No es la conciencia de Juana de Arco. Es más bien Dios, quien ha sido maquillado, de cierto modo, con dicho nombre para acomodarlo en la trama. En su primera presentación dice ser aquel niño con el cual Juana se veía jugando, luego aquel hombre de joven edad al cual vio, en otro momento, vio sangrando de las sienes. A lo largo de la historia de Occidente a quien se vincula con dichas imágenes es a Cristo. Segundo, el papel de la conciencia en los últimos tramos del film es muy especial. Empieza a tomar una independencia inusitada yendo más allá de lo que se esperaría; se desenvuelve con la total libertad de no estar sujeta a Juana de Arco: le contradice, le rebate, aparece y vuelve aparecer, le plantea emboscadas y le tiene sujeta a pruebas que demuestren su fe cristiana como si la preparase para la hora de su martirio final y admitirla en su Reino.

Es un asunto delicado ¿cómo dar vida al Ser Supremo en una película? Todo lo que diga y haga tendría que ser inexorable e universalmente cierto. Por lo general, lo que se acostumbra hacer es crear el personaje con lo que se conoce de Él a partir de La Biblia. Los realizadores de la película encontraron en eso una salida adecuada para este problema. Plantearon el pacifismo como elemento que cuestiona a Juana de Arco y reafirma a La Conciencia en su papel de Ser Supremo. Éste le ofrece una entera gama de posibilidades sobre el sentido de la espada que Juana “encontró” en el campo y la cual le confería poder, emanado de los cielos, para librar a Francia de la invasión inglesa… hasta convencerla de que el hallazgo de la espada era un hecho fortuito malinterpretado por Juana.

Resulta muy difícil tener consenso en la idea de que los cristianos invoquen a su propio Dios para luchar contra otros cristianos. La mayor parte de la iconografía religiosa muestra a santos luchando contra monstruos que simbolizan las fuerzas infernales y los pecados; pero nunca en la lucha de un pueblo contra otro. Esa es más o menos la ideología del cristianismo medieval.

Finalmente, lo que redondea la idea de que La Conciencia es Dios es cuando Juana ha perdido el favor del Obispo Pierre Cauchon, quien iba a escuchar la confesión. Es aquel momento posterior en que a Juana la golpean, destruyen sus ropas y la obligan a vestir de hombre; con lo cual demostrarían —ingleses y borgoñones— que era una bruja. En ese momento de abandono final sólo La Conciencia es la única que le permite a Juana acceder al perdón divino, mediante la penitencia; ya cuando no queda quién escuche la última confesión de su atribulada vida.

En la película analizada existe un soporte ideológico de carácter cristiano, difícil de apreciar en ciertas instancias y enredado con el propósito cinematográfico de eludir críticas que lo encasillarían como un producto propagandístico católico. El film termina por ser maquillado de tal manera que sean los espectadores quienes lo calificasen como gusten y éstos se pregunten y decidan por una de las opciones: ¿es una loca o una santa? y luego ¿sufre alucinaciones o ve a Cristo en los trances que experimenta? Aquí por lo menos hemos intentado acercarnos hacia una de esas dos opciones, precisamente la que parece mejor construida, menos simplista y más acorde con lo que se conoce del personaje histórico.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Juana de Arco. Ficha Técnica

Siguiendo con el propósito de analizar y presentar al público lector de Planeta Age películas relacionadas con el videojuego Age of Empires, en esta ocasión le corresponde a la película y figura histórica de Juana de Arco.

Como saben los aficionados al juego, la historia de la santa y heroína francesa  es la segunda campaña de Age of Empires II: The Age of Kings. Mejor dicho, descartando la de William Wallace por ser la Campaña de Aprendizaje, Juana de Arco viene a ser la primera campaña —digamos— en la que se juega en serio.

Para el presente caso entre película, vida real y videojuego existe una gran similitud y gran cercanía entre las tres versiones. Uno juega, ve la película o lee la biografía y se encuentra con personajes, lugares y hechos históricos que no difieren mucho entre las versiones mencionadas.


Título Original
The Messenger: The Story of Joan of Arc

Idioma
Inglés

Dirección
Luc Besson

Producción
Marc Jenny, productor ejecutivo
Oldrich Mach, productor ejecutivo
Patrice Ledoux, productor
Luc Besson, productor adjunto

Guión
Luc Besson
Andrew Birkin

Protagonistas
Milla Jovovich (Juana de Arco)
Dustin Hoffman (La Conciencia)
Faye Dunaway (Yolanda de Aragón)
John Malkovich (Carlos VII of Francia)
Tchéky Karyo (Jean de Dunois)
Vincent Cassel (Gilles de Rais)
Pascal Greggory (Juan II, Duque of Alenzón)
Richard Ridings (La Hire)
Desmond Harrington (Jean d'Aulon)
Timothy West (Pierre Cauchon)
Rab Affleck (Conrado)
Stéphane Algoud (Mirador)
Edwin Apps (Obispo)
David Bailie, David Barber, Brian Poyser and Dominic Borrelli (Jueces ingleses)
Christian Barbier and Christian Bergner (Capitanes)
Andrew Birkin (John Talbot)
John Boswall (Viejo Sacerdote)

Diseño de vestuario
Catherine Leterrier

Música
Eric Serra

Fotografía
Thierry Arbogast

Montaje
Sylvie Landra

Studio
Columbia Pictures

Distribución
Francia: Gaumont Buena Vista International (GBVI); Internacional: Columbia Pictures

Duración
160 minutos

viernes, 12 de noviembre de 2010

Corazón Valiente. Imágenes para recordar

A continuación se presenta una serie de imágenes, las más representativas de la película analizada. No es exhaustivo, como hago con las partidas que juego, sino más bien he tomado unas cuantas a fin de presentar la película. Ya sea para quienes la conocen, porque la han visto anteriormente; o bien para aquellos que no han tenido la oportunidad de verla, creo que puede resultar ser un material interesante. Espero que lo disfruten.



miércoles, 10 de noviembre de 2010

Corazón Valiente. Un pequeño análisis

Debido al tiempo transcurrido —desde su estreno hasta hoy— ya debe haber cierta literatura crítica de cine muy desarrollada sobre la película. Entonces, evitando caer en un círculo vicioso, mi pretensión es encontrarle algún punto, visto desde cierto ángulo, que termine por ser original y novedoso. Es por ello que termino haciendo esta suerte de ensayo o apreciación crítica centrada en uno o dos temas. Por otro lado, estudiar la película globalmente seria un proyecto que tomaría años y el formato del blog no permite algo tan extenso.


Feudalismo y la cuestión de mostrarse “tal cual uno es”

La película nos introduce en las guerras de independencia escocesa de los siglos XIII y XIV, bajo la perspectiva de múltiples personajes, de distintas procedencias y bandos bélicos y políticos. En este conjunto de personajes tan heterogéneos cada quien tiene un interés en particular.

Por un lado tenemos a los campesinos o el pueblo, aquellos más pobres y que sufren las injurias inglesas más que ningún otro; pero no son los únicos, los nobles escoceses también son víctimas. Eduardo “El Zanquilargo”, cuando Escocia quedó sin príncipe heredero, convocó a una reunión de nobles para solucionar el problema de la sucesión regia; puesto que los nobles escoceses, divididos, pelean entre sí y contra “El Zanquilargo” por la corona de Escocia. En verdad, aquella cita, fue una treta traicionera para matarlos, dejándolos colgados, en un rústico granero, y de esa manera logra privar al pueblo escocés de sus líderes y cualquiera que deseara oponerse a sus planes de conquista.

William Wallace, desde niño, vive la intromisión extranjera en su patria. Las tropas reales inglesas patrullan el sur de Escocia constantemente; son territorios sobre los que ejercen control. Su niñez está marcada por la violencia. El abuelo ha muerto peleando por la patria, como también el padre y hermano mayor quienes les son devueltos muertos, en una tristísima escena, llevados en una carreta.

A su regreso de un peregrinaje por algunas de las ciudades más importantes de Europa, William Wallace se establece entre la gente del pueblo. Estos campesinos apenas tienen tierras, dependen de sus señores feudales y muchas veces (o casi siempre) son víctimas de los abusos ingleses. La gaita está proscrita, no pueden portar armas y, en casos extremos, deben compartir sus mujeres, por las buenas o las malas (prima nocte o derecho de pernada) o por violaciones, tal como estuvo por suceder con Murron, la esposa de Wallace.

Es la muerte de la esposa de Wallace lo que desata su ira y lo convierte en merecedor de su apelativo, Braveheart. Ya sabemos que viene cargando con toda una serie de experiencias negativas (la muerte de sus familiares por manos inglesas). Lo que en un principio es una revancha por la muerte de su amada y la venganza del esposo injuriado por la prima nocte va tomar un carácter de movimiento popular encausado para la liberación de Escocia. No sólo Wallace es el único afectado, sino todo un pueblo, todo un estamento social, todo un grupo humano que comparte similitudes en el modo de vida y padecimientos en el diario vivir. Es así como los clanes se van uniendo para enfrentar en el campo de batalla al ejército inglés. Lo más notable: primero la batalla de Stirling, el asedio y toma de York y finalmente la batalla de Falkirk.

En estas dos batallas, Stirling y Falkirk, suceden detalles muy importantes relacionados con el feudalismo. En la primera dos campesinos, listos para la batalla, son tomados como un ejemplo, al azar, del pensamiento popular. Uno de ellos dice que los nobles van a conversar para buscar una salida pacífica a la situación. El pueblo depende mucho de sus señores feudales. El mismo Robert The Bruce señala que si no pelean o trabajan para él los debe echar de sus tierras. Por otra parte, Wallace requiere de los nobles. En la Edad Media sólo los mejor colocados socialmente son quienes tienen caballo y pueden conformar la caballería. Lochlan la proporciona. Sin ella Wallace no hubiese coronado la victoria en Stirling y por la misma razón, la caballería de los nobles que lo abandona, no gana en Falkirk.

Quizás el momento que mejor representa la unión de los temas de este trabajo consiste en la persecución de Braveheart  al Estado Mayor Inglés en Falkirk,  que culmina con el duelo contra Robert The Bruce y al retirarle el casco descubre de quién se trata. Wallace queda desconcertado y herido en el alma. Entiende que cualquier esperanza en los nobles ha sido perdida. The Bruce queda avergonzado rehuyendo la mirada. Él era admirado por Braveheart, porque creía que este noble iba a ser el líder adecuado que guiara a Escocia. The Bruce lo deja huir ayudado por su amigo irlandés. Posteriormente, se le encuentra en la búsqueda de sobrevivientes, en el campo de batalla de Falkirk, con un tremendo shock emocional. Siente como si le hubiera robado a Wallace.

En el último viaje a Edimburgo, Wallace va engañado con que los nobles le darán el apoyo final que le hace falta para la victoria definitiva. Con eso tendría la unión completa de Escocia de cara a afrontar la guerra. La trampa es planeada por el padre de The Bruce. Previamente hubo una negociación: la cabeza de Wallace a cambio de la coronación de Robert The Bruce.

Ya en Londres, capturado y sentenciado a muerte, ante el pedido de la princesa de jurarle lealtad al rey inglés, Wallace responde que sería convertirse en una mentira respecto de todo lo que ha vivido anteriormente. Tanto así que llega al extremo de pensar en no proferir quejas ni dolor porque, de ser así, el rey lo habría vencido. Una impresionante lealtad a sus valores.

Sabemos lo que sigue después. La tortura que llega a límites inhumanos, un grito de desahogo y de afirmación de libertad capaz de despertar al moribundo rey inglés. Por el lado de los escoceses, Robert The Bruce no quería la muerte de Wallace. La observa llorando.

Años después, The Bruce lleva al ejercicio escocés a presentarse ante el ejército inglés con el propósito de rendir homenaje a la corona inglesa. Ya en ese momento es Rey de Escocia. Finalmente se reivindica ante los escoceses. Los antiguos camaradas de Wallace están allí, en Bannockburn, listos para la victoria definitiva.

Wallace se dirige más por el corazón y los sentimientos. Es un guerrero en términos románticos que prefiere dar la vida antes de siquiera negociar o ser siervo de los ingleses. Cree que con voluntad y esfuerzo se puede lograr grandes cosas para su patria; tanto así que los campesinos escoceses pelean más por sus ideales que por la obligación feudal hacía sus señores. Es un nacionalista; quiere unir a Escocia, una tierra sin noción de sí misma, con parte de sus nobles aliados de Inglaterra y clanes que pelean entre sí para prevalecer.

En quienes debemos ver una antítesis a Wallace es en los dos Bruce. El padre de The Bruce actúa con maquiavélicas intrigas políticas. Ve la política y la guerra como una cuestión de juego mental y como si se trataran del ajedrez, en donde se puede sacrificar piezas para ganar con otras. O la fría política, muy lejos de los sentimientos, que enseña a decidir lo más conveniente para mantenerse vivo y vencer. También tiene un plan para Escocia en tanto que es su patria. Quiere una nación pero sabe que es un asunto para manejarse cautelosamente. El objetivo es la coronación de su hijo y, aunque parezca extraño, es éste, al mismo tiempo, su instrumento. El leproso conseguirá su meta utilizando a su hijo y el beneficiario ulterior será éste mismo. Desde su escondite en los altos del castillo de Edimburgo condicionará y moverá hilos y madejas para sus fines.

La jugada política del clan The Bruce consistía en apoyar la rebelión de Wallace desde el norte pero condenarla desde el sur, según palabras del padre de Robert The Bruce. Ganar la confianza del Rey Inglés “sin oponérsele ni apoyarlo”. Si el clan Bruce mantiene tierras bajo su mando es porque nunca opusieron armas contra Inglaterra. Otros de los nobles escoceses sobreviven gracias al mismo método.

Wallace, como dice el padre de Robert The Bruce, es inflexible y hombre de una sólida postura. Por eso genera admiración. En cambio, The Bruce tiene doble cara; una reprimida que se manifiesta en la intimidad (su aprecio por Wallace y el dolor de no ser como él) y otra que es controlada y gobernada por su padre y se somete a lo que éste haga y aconseje. En realidad el futuro rey escocés quisiera tener el espíritu de Wallace y llegar a ser tan honesto consigo mismo sin estar en el lado erróneo. Ese problema lo atormenta.

Pero, cabe la pregunta, ¿William Wallace o Robert The Bruce? ¿Qué es mejor? Vivir o morir. Soportar suplicios en la carne y morir o soportar suplicios en el alma pero vivir. ¿Qué hay para cada uno? Para los héroes como Wallace la gloria sempiterna, la fama popular y la admiración de cualquiera. Para Robert The Bruce, la corona escocesa, ser opacado por el que vivió honestamente consigo mismo, perderse en un libro de historia y, tomando las palabras que le dirige a su padre, quedarse con “tierras, títulos, hombres, poder, nada”.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Corazón Valiente. Ficha Técnica

Tal como hube prometido a principios de año, cuando se anunció que se cumplía el Primer Aniversario de Planeta Age, una de las novedades para el presente año sería la inclusión de información, apreciaciones críticas y capturas de imágenes de los momentos memorables de ciertas películas. La elección de una u otra producción cinematográfica se sostiene en el vínculo que mantienen éstas con el videojuego que es tema de este blog.

La historia de William Wallace, el popular “Corazón Valiente” o “Braveheart”, forma parte de las cinco campañas de Age of Empires II: The Age of Kings. Si bien es conocido que se trata de la campaña más fácil, ya que se trata de la campaña de aprendizaje, eso no quita la importancia que merece este héroe escocés y la magnífica producción del séptimo arte que se hizo con su figura histórica, que mereció el Oscar a Mejor Película en 1995.


Título Original
Braveheart

Idioma
Inglés
Francés
Latín
Gaélico escocés

Dirección
Bruce Davey, productor
Mel Gibson, productor        
Alan Ladd Jr., productor     
Dean Lopata, productor adjunto   
Elisabeth Robinson, productor adjunto
Stephen McEveety, productor ejecutivo

Producción
Thomas E. Sanders

Guión
Randall Wallace

Protagonistas
Mel Gibson (William Wallace)
Patrick McGoohan (Longshanks, Piernas Largas, Zanquilargo o Eduardo I)
Angus Macfadyen (Robert Bruce, narrador)
Brendan Gleeson (Hamish Campbell)
Sophie Marçeau (Princesa Isabelle)
Ian Bannen (Sr. Robert Bruce Padre)
Peter Hanley (Principe Eduardo)
James Cosmo (Campbell El Viejo)
Catherine McCormack (Murron Mac Clannough)
David O'Hara (Stephen)
Brian Cox (Argyle Wallace)

Diseño de vestuario
Charles Knode

Música
James Horner

Fotografía
John Toll

Montaje
Steven Rosenblum

Studio
Icon Productions
The Ladd Company

Distribución
Estados Unidos: Paramount Pictures; Internacional: 20th Century Fox

Duración
177 minutos
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