miércoles, 26 de enero de 2011

Conquistadores. Un pequeño análisis

Debido al tiempo transcurrido —desde su estreno hasta hoy— ya debe haber literatura crítica de cine muy desarrollada sobre la película. Entonces, evitando caer en un círculo vicioso, mi pretensión es encontrarle algún punto, visto desde cierto ángulo, que termine por ser original y novedoso. Es por ello que termino haciendo esta suerte de ensayo o apreciación crítica centrada en uno o dos temas. Por otro lado, estudiar la película globalmente seria un proyecto que tomaría años y el formato del blog no permite algo tan extenso.


Entre dos mundos y en ninguno

Un hecho que causa mucha controversia es que los vikingos sean los primeros europeos en poner sus pies en el Nuevo Mundo, una hazaña que habrían logrado seiscientos años antes del viaje de Cristóbal Colón y su flota de tres carabelas. Aunque no se ha demostrado con gran certeza, hay argumentos que apoyan la tesis. Por citar uno de ellos vale decir que en aquellos años los vikingos eran los mejores navegantes del mundo, si bien sus expediciones se limitaban a saquear poblaciones, generalmente europeas, y desaparecer con el botín hasta la próxima oportunidad.

Se suele decir que los vikingos establecieron una colonia en El Labrador, la tierra que bautizaron como Vinland o la tierra del vino. Posteriormente la colonia fue abandonada debido a la abrumadora hostilidad de los nativos americanos y los vikingos, que habían llegado con buenas intenciones, nunca más regresaron. Sin embargo, esta película muestra una situación en la que los papeles han sido invertidos.

En  la trama vemos cómo un vikingo quiere dar a su pequeño hijo (cuya edad no se precisa, pero debe ser menor de diez años) una suerte de iniciación en la guerra invitándolo a asesinar a un prisionero indígena. Quizás por una cuestión de buen corazón o temor, aquel niño no desea hacerlo y con ello merece el castigo de su padre a latigazos. Poco tiempo después, una mujer nativa lo rescata de entre las ruinas de un barco drakkar encallado en la costa. Esa mujer se convierte en su madre adoptiva, luego que un consejo tribal determinase que era preferible y más humano conservarlo como un adoptado que abandonarlo a la intemperie en medio de un clima difícil. Hacer lo contrario sería inhumano.

Son difíciles los tiempos que viven los thule (los futuros inuit) o también conocidos como skraelings, como eran llamados por los vikingos en su lengua. Constantemente son acechados por los invasores vikingos quienes desean limpiar —mediante una masacre— toda la costa descubierta para posteriormente establecerse en ella. Los indígenas, por su parte, viven atemorizados sin tener ideas claras de qué hacer; tanto así que quien desbarata los planes vikingos es alguien que pudo haber sido uno más de ellos, pero las circunstancias marcaron su vida de otro modo. Éste consigue la victoria de un modo peculiar: en un enfrentamiento de uno contra varios y lo gana con artimañas y el conocimiento del terreno, pues sabe de la llegada del deshielo que trae la primavera y eso será vital para vencer.

¿Quiénes son estos hombres, los vikingos, que asolan las poblaciones costeras del actual Canadá? Como parte de las migraciones, pueden ser procedentes de Islandia y Groenlandia; antes de alcanzar a establecerse en cualquiera de estas dos islas, vinieron de las actuales Noruega o Suecia, es decir, Escandinavia. Entre sus mitos tenían una historia en la que más allá del mar se ubicaba una tierra tan rica y hermosa como el Edén judeocristiano, con todo aquello que la difícil Escandinavia —tierra de hielo y escasos recursos vitales— no les ofrecía.

Los vikingos son seres de estatura espigada y, más la ayuda de la voluminosa armadura, tiene un aspecto fiero tanto así que no parecen seres humanos sino monstruos sobrenaturales cuando son vistos en las primeras escenas, una apariencia más próxima a los guerreros del videojuego Warcraft. Conocen el acero y el uso el caballo, a los cuales usan con una destreza temible.

Los nativos americanos son su contracara, seres más pacíficos, si bien los vikingos se refieren a ellos como salvajes e incivilizados. No deben sobrepasar el metro y ochenta centímetros, además de tener la figura más delgada. Las únicas armas que manejan con destreza no están a la par de las vikingas: flechas con punta de piedra que no penetrarían una armadura de acero. Consideran a los invasores también como salvajes por su violento proceder. En todo momento el film se encarga de que esta sea la imagen final que debe quedar en la mente del espectador. Los vikingos son capaces de atrocidades y las muertes más crueles. Utilizan sobre indefensos las armas que hubieran usado en un campo de batalla contra un enemigo igualmente armado. Pueden tomarse a la ejecución de un prisionero como una cuestión que les ofrezca diversión haciendo elección del modo cómo éste debe morir.

Se puede avizorar la victoria rápida de un puñado de guerreros sobre pueblos menos desarrollados, sobre hombres cuyas aldeas son pobladas con casas armadas con palos y ramas de árboles y visten pieles o toscas telas y plumas de pavo.

Esta es también la historia de la problemática personal de Sombra. La mayor parte del film se desarrolla en un momento de su etapa juvenil. Antes de salvar a su pueblo, debe superar ciertos traumas personales. Siendo niño presenció la crueldad vikinga que dejó huella en su alma, los recuerdos lo atormentan. De la boca del más anciano de la tribu, aquel a quien todos llaman Rastreador, se escucha la revelación de que Sombra lleva en el corazón un gran deseo de venganza. No puede ser más acertado. El pueblo que está siendo atacado es el pueblo que lo acogió cuando pudo ser abandonado a la muerte. Ve asesinados a muchos con quienes ha crecido y compartió momentos gratos. Sombra ama a ese pueblo. Entonces, ¡cómo no defenderlo!

Sombra maneja la espada de acero que es europea y el arco y la flecha nativa. Con ambas armas defiende a su pueblo. Ya desde esta condición el film va dando la imagen de un ser entre dos mundos. La espada —cuya presencia asombra a los indios— representa su condición vikinga, ya que es lo que conoció antes de ser rescatado; el arco y la flecha, su lado indígena debido a su adopción por los inuit.

Esta condición de estar en dos mundos va más aún allá y se torna más compleja. Hemos dicho que racialmente es un blanco o un vikingo; culturalmente, está más próximo a lo que es un nativo americano, incluso ha adoptado su lengua para el uso cotidiano, su vestimenta y desea participar de sus rituales… pero es rechazado por los indios, que lo estiman, diciéndole que no es su lugar. Por otro lado, los vikingos lo ven como uno más de los nativos y lo desprecian. En el desfiladero, durante esa última batalla, el líder vikingo, al decirle que prefirió a los otros en lugar de los suyos y que no pudo recordar quién era, ya lo está rechazando como integrante de un conjunto de hombres y mujeres conocidos como vikingos y lo está incluyendo como parte de un conjunto de hombres y mujeres llamados inuit.

El problema no acaba en lo anterior. Hacia el final de la película se oye la voz en off de la hija del difunto Rastreador. Al referirse a Sombra lo hace como de un hombre que no era de un pueblo ni del otro. Es cierto que termina siendo un salvador para los nativos; pero el nuevo rastreador —una suerte de líder comunitario— es la hija del anciano muerto. Que sombra no pueda ser el siguiente rastreador es signo de la problemática racial y cultural. Debería ser él y no la hija del rastreador quien ocupe ese lugar. Tal oficio es típico de un hombre, por los rigores que exige, y no de una mujer, cuya labor es hogareña, según lo que sabe de los pueblos nativos. Es más, para designar al nuevo rastreador (porque el anciano ya se sentía agotado para continuar) se iba a celebrar “El Círculo de los Valientes” un ritual para elegir al sucesor, pero no se logra dar. Aquel adminículo, similar a un collar y que cuelga del cuello del rastreador, pasa de las manos de Sombra a la hija del Rastreador. Los nativos que la rodean se postran ante ella… a excepción de Sombra. Éste no es parte de ellos y nadie le recrimina por no hacerlo. No tenía porqué.

A Sombra sólo le queda la autoafirmación que hace ante el líder vikingo: “yo soy quien soy”; algo así como cerrarse sobre sí ante la presencia de los dos bandos y desarrollar su individualidad. Como conclusión: Sombra no es una cosa ni la otra; ni vikingo, ni indio. La imagen en la que él solo mira desde lejos el poblado revela ese aislamiento y la condición de quedarse en el Nuevo Mundo sin pertenecer a una comunidad en la que encuentre a otros como él.

lunes, 24 de enero de 2011

Conquistadores. Ficha Técnica

No nos íbamos a olvidar de los escenarios que, bajo el nombre de “Batallas de los Conquistadores”, aparecen más que nada como un anexo de ocho batallas enmarcadas en el contexto de la Edad Media y que influyeron en su desarrollo. En ellas se destacan nombres importantes que pasaron a la historia.

Lamentablemente, durante mis pesquisas, tan sólo pude encontrar una película que se pudiera vincular con uno de esos escenarios disponibles en la expansión The Conquerors. Me refiero a la conocida como Vindlandsaga, un término que refiere a las aventuras vikingas en el Nuevo Mundo, precisamente en las tierras de El Labrador; y al mismo tiempo es el nombre del escenario a jugarse.

Tan sólo hay un detalle referente al juego y no a la película analizada: no es Erik el Rojo, tal como aparece en el videojuego, sino su hijo, Leif Eriksson, quien lleva a los vikingos islandeses hacia Norteamérica. En este film no aparecen los personajes históricos mencionados. Sin embargo considero que así como metieron en el juego a Erik el Rojo en lugar de Leif Eriksson, falseando la historia; creo que se puede introducir esta película ya que la trama se da en el contexto de la Vindlandsaga.

En el desarrollo de la película los vikingos son seres sanguinarios, dispuestos a aniquilar la población nativa de la América del Norte para así conseguir un espacio en el Nuevo Mundo. Por su parte, la gente nativa, si bien menos  avanzados tecnológicamente, son mostrados como seres más humanos; tanto así que dan cabida al hijo abandonado de uno de los “hombres dragón” (el nombre que dieron a los vikingos invasores) lo incorporan a la vida de la tribu y crece entre ellos.


Título Original
Pathfinder

Idioma
Inglés e islandés

Dirección
Marcus Nispel

Producción
Marcus Nispel
Mike Midevoy
Arnold W. Messer

Guión
Laeta Kalogridis

Protagonistas
Karl Urban (Sombra)
Moon Bloodgood (Fuego de Estrella)
Clancy Brown (Gunnar)
Ralf Möller (Ulfar)
Russell Means (Rastreador)
Nathaniel Arcand (Viento en el Árbol)
Jay Tavare (Ala Negra)
Kevin Loring (Jester)

Diseño de vestuario
Renée April

Música
Jonathan Elias

Fotografía
Daniel C. Pearl

Montaje
Jay Friedkin
Glen Scantlebury

Studio
Phoenix Pictures

Distribución
Twentieth Century Fox

Duración
99 minutos

viernes, 21 de enero de 2011

El Cid. Imágenes para recordar

A continuación se presenta una serie de imágenes, las más representativas de la película analizada. No es exhaustivo, como hago con las partidas que juego, sino más bien he tomado unas cuantas a fin de presentar la película. Ya sea para quienes la conocen, porque la han visto anteriormente; o bien para aquellos que no han tenido la oportunidad de verla, creo que puede resultar un material interesante. Espero que lo disfruten.



miércoles, 19 de enero de 2011

El Cid. Un pequeño análisis

Debido al tiempo transcurrido —desde su estreno hasta hoy— ya debe haber literatura crítica de cine muy desarrollada sobre la película. Entonces, evitando caer en un círculo vicioso, mi pretensión es encontrarle algún punto, visto desde cierto ángulo, que termine por ser original y novedoso. Es por ello que termino haciendo esta suerte de ensayo o apreciación crítica centrada en uno o dos temas. Por otro lado, estudiar la película globalmente seria un proyecto que tomaría años y el formato del blog no permite algo tan extenso.


Los atributos de un gran héroe

De principio a fin la película está orientada a definir a El Cid como un gran héroe, a la altura de un público medieval, y las virtudes que le harían casi perfecto y, al mismo tiempo, también orientado al público de nuestros tiempos. Incluso, en los puntos más bajos, en aquellos que se le puede menospreciar un defecto, asoman virtudes que nos permiten darle una apreciación nueva y más beneficiosa para el personaje. Es por todo lo anterior que hemos decidido hacer un inventario de esas virtudes, al mismo tiempo que éstas suponen un pretexto para un análisis de la película.

El Cid, también conocido como Ruy Díaz de Bivar, se hallaba en camino a sus esponsales cuando desvía sus propósitos para luchar contra unos moros que han asaltado, saqueado, quemado y destruido un pueblo cristiano. A los moros los logra vencer; mas no rescatar al pueblo. Ante las plegarias del párroco de la localidad, pidiéndole a Dios el envío de alguien que salve a España, aparece Mío Cid. Esa imagen en la que carga la imagen de Cristo parece ser simbólica en el sentido de darle un soporte a fe cristiana. Sin embargo, hay que hacer una salvedad: no es el propósito de un hombre que luche una guerra santa contra el Islam para el beneficio cristiano. Definitivamente, no. Es más bien la idea de dar un soporte a los ideales cristianos de amor al prójimo y tolerancia hacia el otro, por más diferente que sea. Es ese momento, no cabe duda, el corazón de un verdadero cristiano antes que la mano de un guerrero.

Nuestro héroe tiene un gran respeto por el derrotado. Entre los primeros vencidos se halla Mutamin, un príncipe moro que promete la paz hacia los cristianos si es puesto en libertad. El Cid le hace jurar de que no vuelva a empuñar la espada contra cristianos; Mutamin, a manera de agradecimiento, le da el apodo con el que pasa a la posteridad: Mío Cid o Gran Señor por su gran voluntad guerrera pero al mismo tiempo por su caballerosidad: aunque este acto le cueste quedar indispuesto ante el alférez real y el Rey Fernando.

Más adelante, cuando el Cid está camino a cumplir su primera misión en el papel de nuevo alférez real de Castilla, le toca sufrir un acto de traición por parte del Conde Ordóñez. La relación con éste personaje dentro de la película es difícil, porque desde antes del matrimonio entre El Cid y Doña Jimena ya suponía un antagonista pues deseaba el amor de ésta, lo cual era más beneficioso pues el Conde Ordóñez era de un rango nobiliario superior al Cid, quien en el film no pasa de ser un caballero.

Un rasgo admirable del Cid es su capacidad de asimilar a los derrotados para incorporarlos a su grupo de amigos o, al menos, en la lista de aquellos que no le van a causar daño o le van a favorecer. Es Mutamin, el moro liberado, quien aparece de la nada con sus jinetes para desbaratar el complot de Ordónez. Una vez vencido el conde, el Cid opta nuevamente por perdonarle la vida. Es cierto que lo hace para que su matrimonio no sea manchado con más sangre; pero veremos que en el futuro termina siendo servicial hacia el Cid cuando rescata de los calabozos a Jimena y sus hijas. Todavía llega más lejos participando del asedio a Valencia y en un viaje de exploración para averiguar las posiciones de Ben Yusuf y que termina muriendo de la manera que ningún fiel cristiano desearía.

Otro que, vencido, va pasar a formar parte de su lista de amigos será el pueblo de Valencia. El Cid, como parte de su destierro y aliado con Mutamin y otros reyes moros, deciden poner cerco a la mencionada ciudad antes que la tome Ben Yusuf y la utilice como una base desde la cual dominar la Península Ibérica. Valencia es sometida a un duro asedio, los habitantes padecen de hambre y enfermedades y, los que pueden, huyen de la ciudad por la noche. Sin embargo es admirable cuando el Cid decide tomar la ciudad. Da un discurso en el que ofrece la paz; una vez acabado éste en vez de atacar con balas de catapulta, lanza panes que caen dentro de la ciudad. Los hambrientos habitantes caen como avalancha sobre los alimentos. Entonces, frente a un hombre que asedia a sus enemigos y en el momento que debe tomar la ciudad a la fuerza ofrece pan para saciar el hambre, al pueblo lo único que le queda es olvidarse de las penurias. La guardia de la ciudad cede. La guardia de Ben Yusuf pretende controlar el desorden social por medio de las armas pero el pueblo termina venciendo al mismo tiempo que deponen a su gobernante moro, quien vivía una vida de lujo mientras su pueblo padecía los estragos del asedio. El Cid se gana los corazones de los moros valencianos.

Valencia será su base para poder enfrentar al fanático musulmán Ben Yusuf. El Cid, en tanto es un hábil guerrero, sabía que era conveniente tomar Valencia y protegerse tras sus murallas. El Rey Alfonso prefiere combatir en Sagrajas (a pedido de Ben Yusuf) lo que supone un error militar que el rey de Castilla lo paga con una fuerte derrota. El Cid decide no presentarse a la batalla, e incluso aconseja al rey no hacerlo. Al final vemos quién obró mejor. El Cid conoce de estrategias militares.

La literaria pero no histórica “Jura de Santa Gadea”, que es una ofensa contra los criterios de la autoridad regia, trae un trasfondo de buena voluntad a pesar que para El Cid resulta contraproducente ya que lo lleva a ser desterrado. Lo que nuestro personaje quiere es que el Rey demuestre no ser estar involucrado en la muerte de su hermano Sancho; ya que con ello se disipan las dudas de la muerte de su hermano. Para ello, el nuevo rey debe juramentar sobre La Biblia. Es cierto que en la Edad Media el rey sólo le rinde cuentas a Dios. Con ese propósito El Cid le obliga a juramentar; pero que un plebeyo obligue a un rey supone una gran insolencia. El Cid tiene un gran sentido de ser cristiano. Ya hemos visto lo que hace con sus enemigos de la Fe; pero también es interesante que someta el destino de un combate y el futuro de un reinado a la voluntad divina.

Cuando se oye de la boca de Muntamid ¡Dios, qué buen vasallo! si tuviese buen señor resulta ser un eco del Poema del Mío Cid. Es muy interesante ver cómo El Cid con un ejército propio —compuesto de seguidores suyos— conquista Valencia. Podría fácilmente coronarse rey de Valencia, ya que tenía todo el derecho y un ejército para defenderlo; sin embargo, toma la corona y nombra a Alfonso como rey de aquella ciudad… a cambio de nada, ni siquiera de reclamar el perdón regio que quedaba pendiente. El Rey Alfonso acude a Valencia cuando el Cid está en sus últimas horas. Quiere pedirle perdón por su proceder pero el Cid le recuerda que es rey y no debe arrodillarse ante nadie. Con todo esto queremos decir que El Cid se comporta siempre como un fiel y leal vasallo.

Otros valores que aparecen en menor medida pero que no dejan de ser importantes son la ternura con la que mira a sus hijas y el cariño por Doña Jimena. Incluso en las horas difíciles de su amor, lo pone a disposición de su futura esposa porque sabe que con la muerte de su futuro suegro no tiene méritos para merecer a la hija. Es cierto que el duelo por el honor de su padre lo lleva a matar al alférez real del rey Fernando; pero también podemos considerar que llega a suplicarle que pida perdón por haber arrojado el guante en la cara de su padre en la corte y que suponía una grave afrenta. Frente a un Cid que busca por las buenas un entendimiento, tenemos a un alférez que se revela soberbio e incapaz de ofrecer disculpas. El Cid es muchas veces más noble que un hombre con título nobiliario.

Es un valiente guerrero. Uno capaz de enfrentar hasta a trece jinetes (aunque con la ayuda del aún infante Alfonso), pero su voluntad por hacerlo ya demuestra que confiaba en la victoria (porque considera que su causa era justa a los ojos de Dios). Luego está su decisión de enfrentar al alférez real de Aragón con lo cual demostraría que no es un traidor, cuando se dudaba de su capacidad para ganar duelos personales.

Finalmente, hay que decir que El Cid es fiel a sus valores. En la trama son sometidos a prueba y en ningún momento muestra titubeos. Nunca falla, no tiene caídas, su figura es monolítica. Un héroe que ronda con la perfección.

lunes, 17 de enero de 2011

El Cid. Ficha Técnica

Para la segunda campaña histórica de Age of Empires II: The Conquerors Expansion, corresponde ocuparse de la figura histórica y literaria del guerrero castellano Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. Llegó el momento de una de las mayores superproducciones de Hollywood. La magistral película protagonizada por Charlton Heston y Sophia Loren se caracteriza por la fastuosidad de las cortes, imponentes castillos y fortalezas, grandes batallas entre ejércitos de moros y cristianos, el aprovechamiento de ciudades históricas como telón de fondo y también un gran acercamiento a la veracidad histórica y al propio cantar de gesta, que en parte es ficción.

En este film El Cid se muestra en todo momento como un gran guerrero, un caballero leal a su rey y amigo de moros y cristianos. Incluso en las horas más difíciles no deja de ser un héroe y un líder para llevar a los suyos hacia la victoria, como también destaca por su búsqueda de un mundo donde coexistan los pueblos de la España medieval y alejar de su tierra la amenaza de los fanáticos religiosos del norte de África deseosos por conquistar todo lo que los invasores predecesores no pudieron lograr.


Título Original
El Cid

Idioma
Inglés

Dirección
Anthony Mann

Producción
Samuel Bronston

Guión
Fredric M. Frank
Philip Yordan
Ben Barzman

Protagonistas
Charlton Heston (El Cid)
Sophia Loren (Jimena)
Raf Vallone (Conde Ordóñez)
Ralph Truman (Rey Fernando)
Geneviève Page (Princesa Urraca)
John Fraser (Rey Alfonso)
Gary Raymond (Rey Sancho)
Douglas Wilmer (Al-Mutamin)
Herbert Lom (Yusuf)
Massimo Serato (Alvar Fáñez)
Frank Thring (Al Kadir)
Michael Hordern (Don Diego)
Gérard Tichy (Rey Ramírez)

Diseño de vestuario
Veniero Colasanti
John Moore

Música
Miklós Rózsa

Fotografía
Robert Krasker

Montaje
Robert Lawrence

Studio
Samuel Bronston Productions
Dear Film Produzione

Distribución
Allied Artists Pictures

Duración
184 minutos

viernes, 14 de enero de 2011

Atila el huno. Imágenes para recordar

A continuación se presenta una serie de imágenes, las más representativas de la película analizada. No es exhaustivo, como hago con las partidas que juego, sino más bien he tomado unas cuantas a fin de presentar la película. Ya sea para quienes la conocen, porque la han visto anteriormente; o bien para aquellos que no han tenido la oportunidad de verla, creo que puede resultar un material interesante. Espero que lo disfruten.



miércoles, 12 de enero de 2011

Atila el huno. Un pequeño análisis

Debido al tiempo transcurrido —desde su estreno hasta hoy— ya debe haber literatura crítica de cine muy desarrollada sobre la película. Entonces, evitando caer en un círculo vicioso, mi pretensión es encontrarle algún punto, visto desde cierto ángulo, que termine por ser original y novedoso. Es por ello que termino haciendo esta suerte de ensayo o apreciación crítica centrada en uno o dos temas. Por otro lado, estudiar la película globalmente seria un proyecto que tomaría años y el formato del blog no permite algo tan extenso.


Un futuro entre manos bárbaras y romanas

Hay una cuestión curiosa respecto de Atila y su campaña incorporada en The Conquerors Expansion. Sabemos que Age of Empires II se ocupa de graficar civilizaciones y personajes de la Edad Media; entonces, si fuéramos un poco más exigentes con el juego, Atila no debería porqué ocupar un lugar en el juego. La historia de su reinado, su amenaza sobre Roma y posterior muerte ocurrieron hacia el 453; es cierto, pocos años antes de la caída de Roma, acontecida en el 476. Quizás podemos atribuir la consideración de Atila como parte de un juego sobre el Medioevo debido a que Age of Empires I no se ocupa de él; si bien dicho juego cuenta con los romanos como civilización contra la que hubiera podido enfrentarse, pero los hunos no fueron incluidos allí.  Como consecuencia, los hunos enfrentan a los bizantinos, que ocupan el lugar de los romanos en el juego. Cuando Atila acude a Roma, para entrevistarse con el Papa León I, se encuentra con que Roma es una ciudad de arquitectura del Próximo y Medio Oriente. Ésta es más propia para los bizantinos, pero no para representar a los romanos.

En fin, Atila forma parte de las campañas del videojuego y corresponde ocuparse de él y de la película escogida.

La película está orientada a establecer la lucha entre Roma y los hunos. Este enfrentamiento va más allá de ser una simple guerra. Implican el orden mundial de Roma versus el orden mundial que Atila intenta establecer. Cada uno de estos tiene diferencias entre las que se hallan ventajas y desventajas a favor y en contra de Roma o de los hunos.

Cuando Flavio Aecio arenga a sus tropas —antes de la batalla de los Campos Cataláunicos— recordándoles el gran legado de Roma para el mundo occidental está en lo cierto. Por aquel entonces el Imperio Romano era lo más desarrollado que existía sobre occidente. Palacios, carreteras, ciudades amuralladas, acueductos, coliseos, teatros, mercados, arcos de triunfo, vías y calzadas, el senado y el foro —todos estos ejemplos— son señales que hablan de un mundo civilizado.

El caso de los hunos es todo lo opuesto y, por extensión, lo podemos aplicar al resto de pueblos bárbaros. Son nómades que emigran de acuerdo a la estación, no tienen ciudades establecidas y viven en cabañas fácilmente desarmables, su campamento base no tiene pavimento y está protegido por una empalizada, viven de la caza y su gobierno no tiene la institucionalidad que Roma forjó para sí. Por último, a diferencia del emperador romano o Flavio Aecio, que visten sedas o mejores trajes; Atila viste ropas de tela rústica y abrigos de piel de animales cazados y diseñados de modo también muy rústico.

Hay un punto que juega a favor de los hunos: el espíritu de Atila. Desde niño manifiesta un carácter indomable y defensor de su propia autonomía. Es capaz, siendo pequeño, de enfrentar a los asesinos de su padre sin temores propios de otros niños a su edad. Ya de joven pide a Rua, su tío y líder de los hunos previo a Atila, que le permita comandar tropas y conquistar todo lo que pueda hasta llegar a las puertas de Roma. Es ambicioso, pero Rua no lo cree posible; para él, los hunos sólo llegarían a arañar las murallas romanas. También es capaz de desafiar a Flavio Aecio, cuando viene como parte de una embajada a la corte de Rua, y muestra un cuerpo de un huno supuestamente torturado por los godos para así soliviantar los ánimos de Rua y pelear junto a Roma contra Teodorico.

En cambio, Valentiniano III, el emperador romano, es un joven a quien su madre llama inmaduro pero si vemos con cuidado sus actos —a lo largo de la película— en verdad inspira llamarlo idiota. La cabeza del Imperio Romano está dirigida por un tipo incapaz. Son los últimos años de Roma así que la decadencia es palpable. Ya no es la Roma que produce emperadores de la talla de Augusto, Adriano o Constantino. A lo mucho produce un estratega militar y político como Flavio Aecio que recuerda vagamente a Julio César o Escipión el Africano, hombres de los mejores y salidos de momentos críticos pero con mayores virtudes y moral más pulcra, muy diferentes de Aecio que si bien tiene buenas intenciones, es capaz de jugar sucio cuando lo requiere.

Siguiendo con Atila, el propio Aecio lo mira con admiración al extremo de decir que Roma ya no produce hombres de su talla y que con diez como Atila Roma volvería a ser lo que en su mejor momento fue. Aecio lo quiere de su lado como un aliado. De esta manera se evita al peor enemigo y quedarían los godos, que son más manejables, en caso de enfrentarlos. La batalla entre el bando romano-huno versus los godos es muestra del resultado que puede dar la estrategia de Aecio.

Atila es un hombre de buena moral. Aunque su gobierno sea autocrático, es capaz de ser clemente con aquellos que se rinden e impartir justicia de un modo ecuánime entre los reyes que integran su imperio: pide escuchar a ambas partes del conflicto al mismo tiempo para tomar una decisión judicial. Es Aecio quien le hace una interpretación de las causas y consecuencias de la muerte de Rua provocada por Bleda; al mismo tiempo le dicta una estrategia a seguir para coronarse rey. De esa manera tendría un rey amigo y no un potencial enemigo; pero, en un primer momento, Atila no quiere recurrir a esa treta porque la considera sucia; aunque al final terminará entendiendo que la maniobra malvada de Bleda era cierta y si lucha contra su primo es porque lo considera una forma de hacerle justicia a Rua.

Roma era la tirana de su tiempo (su cara mala) y Atila encarna la oposición a esa tiranía. Por ejemplo, los visigodos, pueblo de postura política vacilante, no cree en Roma y cualquier pacto con Aecio es por necesidad. El resto de pueblos que Atila va uniendo a su naciente imperio ven en Atila a un hombre recto que somete e incorpora a los vencidos dándoles mejor trato. Roma en sus conquistas, por lo general, destruía todo y trataba despectivamente al derrotado y conquistado.

Otro aspecto comparativo importante es el que se puede trazar entre los ejércitos romano y huno. Para Atila las legiones romanas son nada más que bonitos uniformes y una bonita marcha sincronizada. Para ese tiempo las legiones habían dejado de ser lo mejor que fueron; hasta a eso alcanza la decadencia romana. Otro factor importante es la disminución de territorio romano que implicó la menor disposición de hombres para incorporarlos al ejército en caso de guerra; aunque los historiadores suelen decir que, en su mejor momento, Roma nunca tuvo el número suficiente de tropas para hacer una buena defensa de todas sus fronteras.

La contraparte de los soldados romanos es diferente. Según se sabe el volumen corporal y la talla de un guerrero bárbaro era superior a la de un soldado romano promedio. Sin embargo, los hunos se lanzaban siempre desordena y enloquecidamente a la batalla; los romanos tienen ciencia militar, el ejército responde con tácticas de combate aprendidas en el entrenamiento. Lo lógico dictaría que sean los romanos los vencedores; es cierto, vencieron en los Campos Cataláunicos pero a la larga todos los pueblos bárbaros de alguna forma, en distintos años, van minando la resistencia de Roma hasta que cede.

Atila y los hunos dan un golpe —mortal pero no definitivo— a Roma. Debilitan al Imperio pero no lo derrotan. Es otro el pueblo bárbaro, los hérulos, el que va tomar la capital imperial y deponer al último emperador, Rómulo Augústulo, en el año 476.

Godos, francos, suevos, alanos, hérulos, vándalos y demás pueblos bárbaros se instalan en los anteriores territorios del Imperio Romano de Occidente. Traen sus costumbres de incivilizados y por eso tratan de aprender lo que de Roma pueden aprender. Con la caída de Roma, los bárbaros dan apertura a la Edad Media, una época histórica con pocos progresos científicos y culturales, caótica y oscurantista. En otras palabras, no se registran grandes progresos en esos mil años. El legado de la cultura grecolatina es retomado en el Renacimiento, época de gran progreso cultural y científico para el beneficio de la humanidad. Flavio Aecio diría, en su última entrevista con Atila, que la civilización es parte del hombre civilizado, y que el hombre bárbaro no la puede obtener fácilmente. Ése fue el precio que pagó Occidente con la caída de Roma.

lunes, 10 de enero de 2011

Atila el huno. Ficha Técnica

Para dar inicio al año corresponde ocuparse de una película que representa al héroe de la primera campaña histórica de Age of Empires II: The Conquerors Expansion. Tal personaje es nada menos que Atila, el hombre que unió a los pueblos ubicados al norte y oriente del Imperio Romano de Occidente y del Imperio Romano de Oriente y los puso en marcha hacia Roma para conquistarla.

En este telefilm (o miniserie de tres capítulos) la imagen que proyecta Atila es la de un gobernante justo pero al mismo tiempo ambicioso, impulsado por el sueño de hacer de los hunos un pueblo que ocupe el puesto que una Roma decadente estaba a punto de perder.


Título Original
Attila

Idioma
Inglés

Dirección
Dick Lowry

Producción
Caldecot Chubb (productor ejecutivo)
Sean Daniel (productor ejecutivo)
James Jacks (productor ejecutivo)
Michael R. Joyce (co-productor ejecutivo)
Paul Lichtman (productor: Europa)
Judith Craig Marlin (productor adjunto)
Robertas Urbonas (productor: Europa)

Guión
Robert Cochran

Protagonistas
Gerard Butler (Atila)
Powers Boothe (Flavio Aecio)
Simmone Jade Mackinnon (N'Kara e Hildegunda)
Reg Rogers (Valentiniano III)
Alice Krige (Placidia)
Pauline (Lynch Galen)
Steven Berkoff (Rua)
Andrew Pleavin (Orestes)
Tommy Flanagan (Bleda)
Kirsty Mitchell (Honoria)
Jonathan Hyde (Flavio Felix)
Tim Curry (Theodosio II)
Janet Henfrey (Pulcheria)
Liam Cunningham (Teodorico I)

Diseño de vestuario
Jane Robinson

Música
Nick Glennie-Smith

Fotografía
Steven Fierberg

Montaje
Tod Feuerman

Studio
Alphaville Films
Attila Productions
Michael R. Joyce Productions
USA Cable Network

Distribución
Universal Studios

Duración
177 minutos

miércoles, 5 de enero de 2011

Segundo Aniversario de Planeta Age

Un día como hoy, hace dos años, Planeta Age fue lanzado como blog. Han sido dos años gratos con batallas interesantes junto a capturas de imagen del juego con el fin de entretener al público visitante a partir de la belleza del diseño artístico —el concepto gráfico— que caracteriza a Age of Empires.

Otras de las cosas que me ha gustado de este tiempo es la oportunidad de ver películas épicas, como aquellas que han sido incorporadas a una suerte de corpus y, también, las breves reseñas biográficas sobre los personajes que aparecieron en las partidas relatas. Ambas incorporaciones a la temática del blog han ampliado mis horizontes intelectuales y creo que lo mismo puede suceder con quien se tome la molestia de leerlas. Sea quien sea, de aquí o de allá, de otro continente, hispanohablante o conocedor de la lengua castellana; para todos ellos es este blog.

En el presente año, al principio, se presentarán nuevas películas vinculadas a Age of Empires II: The Conquerors Expansión y otras que —de alguna u otra manera— se vinculan con el videojuego; por la acción bélica y coincidir en el periodo histórico, la Edad Media. Luego de eso volveré con una breve serie de reseñas biográficas y después nuevas partidas jugadas, relatadas y con capturas de imágenes por supuesto.

Mediante mis indagaciones he conseguido películas sobre dos de las tres campañas históricas de la expansión. Lamentablemente, no he podido conseguir alguna relacionada a Moctezuma. Yo sé que este blog recibe muchas visitas procedentes de México. Si existe alguna película en la que aparece Moctezuma pido por favor, a los visitantes del país azteca, que me proporcionen el título de dicha película. Yo me encargaré de conseguirla y realizar la tarea de presentarla, analizarla y colgar una selección de imágenes. Les agradeceré por siempre.

Una vez más, gracias por su preferencia. Sólo me queda hacer que Planeta Age siga creciendo.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Date Masamune


Muchas veces en Age of Empires II los aficionados se encuentran con nombres de los líderes bajo cuyo nombre la civilización —aliada o enemiga— aparece en el juego. Más allá de parecer ficción, casi todos los nombres pertenecen a personajes históricos. Con ello el juego se prestigia aún más pues significa el empleo de investigación para su desarrollo.

Aquí, en un breve espacio, se hace un esfuerzo por dar a conocer quiénes fueron ellos y qué hicieron para ganarse un lugar en los libros de historia. Es el turno de Date Masamune (japoneses), uno de los participantes de Reto Inaugural, la primera partida que se relató en Planeta Age.


Date Masamune nació el 5 de setiembre de 1567 en el castillo de Yonezawa. Fue un samurái y daimio, es decir, un señor feudal del Japón de esos días. Vivió el periodo histórico conocido como Azuchi-Momoyama y los inicios del periodo Edo. Fue parte de una poderosa familia de daimios de la región de Tohoku. Se le conoce por su apelativo: “Dragón de un solo ojo” debido a cierta deformidad en uno de ellos o bien por ser tuerto; la historia no precisa bien este aspecto, aunque se supone que pudo ser debido a la viruela.

Éste hombre era hijo de Date Teremune. A la joven edad de catorce años lideró su primera campaña militar. En ésta ayudó a su padre en sus luchas contra la familia Soma. Cuando cumplió dieciocho años accedió al rango de daimio, momento en el cual su padre decidió retirarse de aquel puesto. De esa manera, además, recibió la jefatura de la familia. Se le distinguía de otros daimios debido a su peculiar casco: una media luna que de extremo a extremo simulaba un par cuernos.

La madre de Date Masamune nunca creyó que su hijo podría ser capaz de llevar el mando del clan de una manera exitosa. En más de una oportunidad, apoyó y prefirió al hermano menor, quien a sus ojos era el más capacitado para dicha tarea y como posible sucesor.

Una vez que Date Masamune accediera al poder enfrentó la traición de un general suyo, Ouchi Sadatsuna; éste se alió al clan Ashina de la región Aizu (en Fukushima). Masamune entró en guerra con Ashina pero, tras unas escasas maniobras militares, fue obligado a abandonar la campaña.

El clan Date había sellado alianzas y creado vínculos con otros clanes cercanos a sus tierras logrados por medio de matrimonios. Aún así, existieron muchas disputas en los siglos XV y XVI. Masamune no respetó las antiguas alianzas de su familia. Emprendió una campaña de ocupación de las tierras vecinas, cosa que hizo por la fuerza. La familia Hatakeyama intentó convencer al padre de Date Masamune de que cesara la fiereza de su hijo. Su respuesta fue que no podía ser capaz de controlarlo. Ante la desesperación, la familia Hatakeyama secuestró —durante un almuerzo— a Teremune. Masamune se hallaba de cacería cuando fue avisado y de inmediato reunió sus fuerzas para lograr el rescate. Cuando los alcanzaron en medio de un río que cruzaban, Teremune ordenó que se atacara a sus captores sin importar que él fuera muerto. Posteriormente el hijo buscó venganza continuando la guerra, torturando y asesinando a los secuestradores de su padre. Luego hizo de Aizu su centro de operaciones. Los Ashina habían sido vencidos en 1589.

Las relaciones con su madre se fueron deteriorando cada vez más al punto que ella intentó envenenarlo —durante la cena— pero sin éxito. Masamune creyó que el intento fue obra de su hermano y lo asesinó. La madre, temerosa de su hijo, buscó refugio en el clan Mogami, donde estaba su hermano.

En el año 1590, durante el asedio del Castillo de Odawara, Toyotomi Hideyoshi —virtual gobernador del Japón— solicitó la presencia de todos los daimios de Tohoku. Masamune rechazó la petición en un principio, aunque declinó su decisión poco después y se presentó ante Hideyoshi temeroso de ser condenado a muerte; sin embargo fue perdonado para evitar más conflictos. Después de estar al servicio de Hideyoshi por un tiempo recibió las tierras circundantes al castillo que renombró como Iwadeyama. Allí vivió durante trece años convirtiendo la ciudad en un próspero centro político y económico del Japón de su tiempo, a la par que participó en las invasiones japonesas a Corea.

Cuando murió Hideyoshi, Date Masamune dirigió su apoyo hacia Tokugawa. Éste lo premió concediéndole el dominio de Sendai. En 1604 Masumune y sus vasallos se desplazaron a aquel pequeño pueblo pesquero donde establecieron una próspera ciudad.

Con el tiempo Masamune se inclinó por ser promotor de las artes como también por ser un daimio agresivo. Siendo una figura influyente era temido e inspiraba desconfianza incluso en el mismo Tokugawa. A pesar de eso, Masamune se mostró siempre leal. En el lecho de muerte de Tokugawa, acudió a leerle poesía zen.

Masamune fue un promotor del acercamiento entre los pueblos extranjeros y Japón. La verdadera razón que escondía era su interés por adquirir tecnología militar europea, como lo hacían otros daimios. Cuando Tokugawa prohibió el cristianismo y organizó persecuciones en tierras de Masamune, a éste no le quedó más que cruzarse de brazos y quedarse a regañadientes. Sin embargo, más tarde, liberó a Luis Sotelo, misionero español prisionero de Tokugawa. Le permitió predicar en Tohoku ganando muchos adeptos al cristianismo; entre las que se incluye a Iroha, hija mayor de Tokugawa. En fin, Masamune tenía tolerancia por los comerciantes y predicadores del Viejo Mundo.

Años después, organizó la que fuera la primera expedición japonesa que circunnavegara el globo. Dicho viaje se organizó construyendo barcos con tecnología europea. En su recorrido visitó Filipinas, México y España y su último fin fue arribar a tierras del Papa para tratar asuntos diplomáticos.

Date Masamune murió el 27 de junio de 1636, respetado como un administrador sabio y gran estratega militar.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Sultán Murad


Muchas veces en Age of Empires II los aficionados se encuentran con nombres de los líderes bajo cuyo nombre la civilización —aliada o enemiga— aparece en el juego. Más allá de parecer ficción, casi todos los nombres pertenecen a personajes históricos. Con ello el juego se prestigia aún más pues significa el empleo de investigación para su desarrollo.

Aquí, en un breve espacio, se hace un esfuerzo por dar a conocer quiénes fueron ellos y qué hicieron para ganarse un lugar en los libros de historia. Es el turno de Sultán Murad (turcos), uno de los participantes de Reto Inaugural, la primera partida que se relató en Planeta Age.


Sultán Murad (según Age of Empires) o Murad I (de acuerdo con la historia) nació entre marzo o junio de 1326 y murió el 15 de junio de 1389 en la Batalla de Kosovo. Se le conoce como sultán del Imperio Otomano desde 1361 hasta 1389. Fue hijo de Orhan I y Nilufer Hatun, quien mantuvo un periodo de regencia hasta que Murad fuera capaz de gobernar.

Estableció a su tribu, los osmalíes, como detentoras del poder y gobernaba desde la conquistada ciudad de Adrianópolis (actual Edirne). Sometió, además, varias regiones de los Balcanes forzando al emperador bizantino a que le pagara un holgado tributo a fin de mantener la paz. Él fue quien creó el título de sultán para los gobernantes del Imperio Otomano; como también la incorporación de jóvenes cristianos entre las filas del ejército, estos fueron los conocidos jenízaros.

Durante su vida encaró diversas guerras entre ellas una contra el poderoso emirato de Karamán (ubicado en Anatolia) y luchó contra los pueblos serbios, búlgaros y húngaros. En particular se destaca una expedición de serbios, liderada por su rey y su hermano, Vukasin y Despot Ugljesa, que fue derrotada el 26 de setiembre de 1371, por Sahin Pasa, lugarteniente de Murad I. En 1385 Sofía cayó en poder de los otomanos. Un año después Lazar de Serbia derrotó a las fuerzas otomanas en la Batalla de Plocnik, en la que el ejército turco sufrió grandes bajas lo cual propició que no pudieran conquistar la ciudad de Nis en el camino de regreso. Finalmente, en 1389 el ejército de Murad I consiguió vencer a los serbios y sus aliados en la Batalla de Kosovo, un enfrentamiento bélico que significó la muerte del rey serbio y el sultán turco como también un número aproximadamente similar de bajas en ambos contendientes; sin embargo, considerando el volumen total del ejército otomano, se puede decir que la batalla fue beneficiosa para los turcos, ya que disponían de reservas y los serbios no. Este es un ejemplo histórico de victoria pírrica. Fue un paso previo al dominio turco en tierras balcánicas.

Sobre su muerte existen diversas fuentes. La más aceptada, en el consenso de los historiadores occidentales, consiste en que su asesino fue el noble serbio Milos Obilic y que recurrió a un cuchillo para ello. Se dice que durante la batalla se fue abriendo paso entre las líneas otomanas hasta llegar al campamento de Murad I donde le dio dos puñaladas, una en la garganta, la otra en el corazón. Acto seguido fue muerto por la guardia real. Los cronistas otomanos (incluido también el historiador moldavo Dimitrie Cantemir) sostienen que fue muerto durante un paseo alrededor del campo de batalla. Otros afirman que fue sorprendido en su tienda de campaña por un asesino que ingresó al campamento engañando que solicitaría un favor.

Los órganos internos del Sultán Murad I fueron enterrados en el mismo campo de batalla; su cuerpo, en cambio, fue enviado a Bursa, Anatolia. Allí fue enterrado en un complejo construido en su honor.

El sucesor de Murad I fue Bayaceto, su hijo mayor. La investidura fue en el mismo campo de batalla. Inmediatamente después complotó el asesinato de su hermano menor, Yakub, precisamente para evitar una conspiración en su contra.

sábado, 18 de diciembre de 2010

General Shirkuh


Muchas veces en Age of Empires II los aficionados se encuentran con nombres de los líderes bajo cuyo nombre la civilización —aliada o enemiga— aparece en el juego. Más allá de parecer ficción, casi todos los nombres pertenecen a personajes históricos. Con ello el juego se prestigia aún más pues significa el empleo de investigación para su desarrollo.

Aquí, en un breve espacio, se hace un esfuerzo por dar a conocer quiénes fueron ellos y qué hicieron para ganarse un lugar en los libros de historia. Es el turno de General Shirkuh (sarracenos), uno de los participantes de Reto Inaugural, que fue la primera partida que se relató en Planeta Age.


General Shirkuh (según Age of Empires) o Abu l-Harith Shirkuh ibn Shadi (de acuerdo con la historia) fue un importante militar kurdo y tío de Saladino. Su nombre significa “León de las Montañas”.

No se conoce exactamente la fecha de su nacimiento; así que tan sólo se sabe que nació en el actual territorio de Armenia. Fue, además, hermano de Najm ad-Din Ayyub, fundador de la dinastía ayubí. Su familia estaba estrechamente vinculada con la dinastía shadadí. Cuando la última mujer de esta familia fue desposada en Dvin (Armenia), el año de 1130, Shahdi, el padre de Shirkuh, se desplazó con su familia primero a Bagdad y posteriormente a Tikrit, donde fue nombrado gobernador. Ayyub sucedió a su padre en el gobierno de Tikrit porque Shahdi murió poco después.

En 1138, Shirkuh asesinó a un cristiano en Tikrit lo cual provocó el exilio de sus hermanos. Saladino, su sobrino, se supone que nació la misma noche que se marcharon de la ciudad. Ellos se unieron al ejército de Zengi (gobernador de Alepo bajo Malik Shah I) y Shirkuh sirvió bajo el mando de Nur al-Din (hijo de Zengi) en Mosul; su labor le fue recompensada tiempo después recibiendo el gobierno de Homs pero manteniéndose como vasallo de su líder. Ayubb, por su parte, gobernó Baalbek (en el actual Líbano) y más tarde Damasco. Tanto él como Shirkuh negociaron la rendición de esta última ciudad para Nur al-Din en 1154.

Años después, Shirkuh convenció a Nur al-Din para que sea enviado a Egipto con el propósito de ser un árbitro en la disputas de Shawar y Dirgham por el control de visirato fatimita en 1163. Se cuenta que Saladino lo acompaño a manera de consejero. Shawar fue restaurado en su gobierno y Dirgham fue asesinado, después de que riñera con Shirkuh.

Shawar forjó una alianza con el rey Amalrico I de Jerusalén, quien marchó hacia Egipto, en 1164, y asedió la fortaleza de Bilbeis en la que se hallaba Shirkuh. En respuesta a esto, Nur al-Din atacó los estados cruzados de Oriente Próximo y por poco logró capturar el Principado de Antioquía.

Shirkuh fue enviado de vuelta a Egipto en el 1167. Shawar había vuelto a ser aliado de Amalrico. Éste lo asedió en Alejandría, Egipto, hasta que se convenció de no poder seguir haciéndolo; a pesar de ello, mantuvo una guarnición allí. Sus planes le dictaron formar una alianza con el Imperio Bizantino y con ellos conquistar por completo el país del Nilo. Shawar sintió amenazada su permanencia en el poder así que cambió de alianzas, dejó a Amalrico por Shirkuh. Los ejércitos islámicos y cristianos libraron una batalla campal cerca de las pirámides; pero los cruzados no tenían recursos suficientes para conquistar Egipto y fueron forzados a retirarse.

En enero de 1169 Shirkuh ingresó a El Cairo y encontró a Shawar ejecutado; pues era un ser indigno de confianza luego de cambiar las alianzas, pagar a los cruzados por su ayuda a costas de su pueblo y haber quemado los viejos barrios cairotas a fin de repeler a los cruzados. En tal situación Shirkuh se instaló como visir de Egipto gracias a un documento firmado previamente por Shawar. El cargo le duró muy poco: murió apenas transcurridos dos meses. Saladino fue su sucesor uniendo bajo su mando a Egipto y Siria.
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