miércoles, 8 de diciembre de 2010

Barbarroja. Un pequeño análisis

Debido al tiempo transcurrido —desde su estreno hasta hoy— ya debe haber literatura crítica de cine muy desarrollada sobre la película. Entonces, evitando caer en un círculo vicioso, mi pretensión es encontrarle algún punto, visto desde cierto ángulo, que termine por ser original y novedoso. Es por ello que termino haciendo esta suerte de ensayo o apreciación crítica centrada en uno o dos temas. Por otro lado, estudiar la película globalmente seria un proyecto que tomaría años y el formato del blog no permite algo tan extenso.


Italia despierta

Lo que sigue después a la caída del Impero Romano de Occidente es una cosa curiosa para Italia, un pueblo que fue la luz del mundo occidental durante casi un milenio. En la Edad Media y hasta la Edad Contemporánea no se puede hablar de unidad italiana; más aún, si nos fijamos en el Medioevo la cosa es completamente opuesta. Los gobiernos se limitan a ser ciudades-estados  en luchas encarnizadas una contra otra en base a rivalidades políticas o intereses económicos. Lo más extraño es que esto suceda tomando en cuenta que dichas ciudades tenían mucho en común entre sí y menos en común con las otras naciones que en todo momento hostigaron e instigaron a los pueblos italianos para que luchen uno contra otro siempre en favor de intereses ajenos.

Una de las razones que se puede esbozar, en un intento por entender la falta de unidad política entre las ciudades italianas, es la posición que ocupaban geográfica y políticamente respecto a dos poderes que mantuvieron tensiones y momentos de concordancia durante el Medioevo: se trata del Imperio y del Papado, los poderes temporal y espiritual, representados en el Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico y el Papa de Roma respectivamente.

En la película analizada no se hace eco de esto pero sí es algo que vale tomar en cuenta. Al sur de Alemania y al norte de los Estados Pontificios se ubicaba el norte de Italia y Toscana. Cuando Siniscalco Barozzi menciona que Milán, aunque renuente a aceptar las propuestas de Barbarroja, cuenta con nobles que le son adeptos está introduciendo un par de conceptos que no forman parte de la película, pero que de algún modo influyen –subrepticiamente— en ella, pues son las causas del pleito: las luchas políticas entre güelfos y gibelinos. Los primeros son partidarios del Papa; los otros, del Emperador Alemán. Barozzi hacía referencia a estos últimos.

Sin embargo, la película es una historia de un pueblo que lucha contra la tiranía y la ambición conquistadora de Federico Barbarroja, como también un claro ejemplo de cómo un pueblo dividido es más fácil de someter. El himno nacional de Italia: Il Canto degli Italiani (El canto de los italianos), grafica muy bien esa situación: Noi siamo da secoli / calpesti, derisi, / perché non siam popolo, / perché siam divisi (Nosotros somos desde hace siglos / pisoteados, humillados, / porque no somos un pueblo, / porque estamos divididos).

El móvil que da inicio a la película son las hostilidades entre las ciudades-estado de Milán y Lodi. No sé precisa más que ésta ciudad es leal al emperador alemán y los hermanos de Alberto da Guisano, el personaje principal de la película, han acudido al llamado de las armas. De vuelta a casa le dicen que a Lodi le han hecho pagar por su arrogancia. Puede resultar llamativo el motivo por el cual ambas ciudades se enfrentaron y los hermanos de Alberto regresan como una alegría tan similar a la de unos aficionados de fútbol que han derrotado al rival en un partido importante. Parece casi deportivo y no dramático la sensación que les produce a estos italianos ir al campo de batalla y regresar victoriosos. Posteriormente, en los preparativos para enfrentar a los alemanes en Legnano, los italianos se tomarán más en serio el asunto: estaba en juego su libertad como pueblo. Antes de la batalla de Legnano, hay un cambio de conciencia radical.

Barbarroja tomará la insumisión de Milán como un pretexto para continuar su campaña expansionista orientada a apoderarse de todo el norte italiano, los Estados Pontificios y llegar hasta Sicilia. Derrotar a Milán, ciudad importante, abre las llaves a todo el resto de Italia. No hay rival más fuerte que pueda tener. Una vez capturada dicha ciudad, sus habitantes serán enviados en diferentes direcciones. Milán es arrasada. El estandarte representativo de la ciudad es quemado a los pies del emperador alemán. Una completa humillación.

Milán se venía defendiendo bien durante el asedio. Había rechazado los intentos alemanes de ingresar a la ciudad. Incluso llegan al extremo matar a los ciudadanos capturados que son colgados en la parte frontal de la torre de asedio, hecho con el propósito de que los milaneses se acobarden, no maten a sus ciudadanos y permitan la rendición de la ciudad. Milán es capaz de todos esos esfuerzos, pero hay una mano negra traidora que va empañar y tirar por la borda la heroica defensa. Nos estamos refiriendo a Siniscalco Barozzi.

Este hombre forma parte de los políticos encargados de la dirección de Milán. A diferencia del resto de ellos, que detestan la intromisión del emperador alemán y son capaces de ofender sus propuestas (arrojando al suelo la propuesta alemana), Barozzi manifiesta que es un error hacerlo. Pero no es una sabiduría basada en la sensatez la de no amargar al emperador alemán para luego ser víctimas de su cólera, sino más bien es un sentido de supervivencia basado en la cobardía.

Luego del incidente entre los enviados de Barbarroja y los políticos milaneses, Barozzi viaja hacia el norte para tratar de negociar una salida beneficiosa para Milán. Cuando ve el gran campamento militar alemán su expresión es de sorpresa y temor. Ingresa en la tienda de campaña de Enrique el León y trata de convencerlo —con dinero— de que no descarguen su ira contra su ciudad; lo cual termina siendo como un soborno pero el primo del emperador tiene los planes claros y hace que Barozzi retorne a casa… pero dejando el dinero.

La cobardía de Barozzi va mucho más lejos. Cuando la defensa de Milán toca su punto más álgido (el incidente de los hombres colgados de la torre de asedio), esa misma noche que Alberto da Guisano intenta asesinar a Barbarroja, Barozzi está presente en el campamento alemán negociando su traición. Así, les abre las puertas a los soldados alemanes y Milán es capturada. Barozzi accederá al puesto de emisario imperial.

Hay un par de hechos más que dan más patetismo a Barozzi. Momentos antes de la muerte de Tessa, a quien ama, le suplica que haría cualquier cosa por su amor entre las cuales se deduce, prácticamente, que cambie de bando (de regreso a los milaneses) pues si Tessa cayó en la condición en la que cayó fue por culpa de Barozzi. Finalmente, en Legnano, suplica antes de su muerte a manos de Alberto da Guisano de un modo cobarde, lo cual redondea su imagen de personaje patético. Una vez más ofrece que haría cualquier cosa con tal de salir de ese momento próximo a la muerte, pero su falsa palabra ya es conocida y la ira de Alberto es tanta que sólo con la muerte puede quedar sosegada.

Ante la figura de Barozzi, que representa la cobardía, se erige la figura de Alberto da Guisano, quien representa la valentía. Es la cabeza de la oposición a la ocupación alemana. De Alberto nacerá el deseo de ir buscando por todos lares hombres dispuestos a plantarle cara al ejército imperial, derrotarlo en batalla y recobrar la libertad. Sabe que son muchos los que andan con deseos de desquitarse la humillación de Barbarroja. Empieza fabricando unos rústicos anillos de hierro que llevan la cruz representativa de Milán. Forja tantos como puede. Con él su portador es identificado como parte de esa sociedad secreta independentista.

Por sitio donde vaya, Alberto siempre hará saber a los italianos que las rivalidades internas fueron la causa de la derrota italiana y que unidos podrían haber hecho más. Barbarroja les quitó todo, hasta la dignidad. Ahora es tiempo, para ellos, de pelear por la libertad y la patria. Una vez más vale citar al himno de Italia: … Già l'ora suonò. / Stringiamci a coorte / siam pronti alla morte / L'Italia chiamò. (… ya la hora sonó. / Estrechémonos en cohorte, / preparados para la muerte; / Italia llamó). Crean un ejército, La Compañía de la Muerte, formado en base a todos los conscriptos milaneses que anhelan derrotar al emperador alemán y, también, con el apoyo de ciudadanos de las otras ciudades-estado que no soportan más estar sometidos y saben que tienen más lazos que los unen entre italianos que al imperio de Barbarroja.

El significado de la batalla de Legnano es importante para Italia. Fue símbolo de la unidad durante las luchas por la Unificación Italiana y esa es la razón por la que aparece mencionada, como homenaje, en el himno de Italia: Dall'Alpi a Sicilia / dovunque è Legnano (Desde los Alpes a Sicilia, / en cualquier parte es Legnano). Con ese canto, que anuncia victorias sostenidas en la unidad y hermandad del pueblo italiano, crearon un concepto de nación cuando necesitaron de un referente alentador.

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