miércoles, 7 de marzo de 2012

Carlos Martel


Muchas veces en Age of Empires II los aficionados se encuentran con nombres de los líderes bajo cuyo nombre la civilización —aliada o enemiga— aparece en el juego. Más allá de parecer ficción, casi todos los nombres pertenecen a personajes históricos. Con ello el juego se prestigia aún más pues significa el empleo de investigación para su desarrollo.

Aquí, en un breve espacio, se hace un esfuerzo por dar a conocer quiénes fueron ellos y qué hicieron para ganarse un lugar en los libros de historia. Es el turno de Carlos Martel (francos), uno de los participantes de Feudos Francos, la cuarta partida que se relató en Planeta Age.


Carlos Martel nació en Heristal, Bélgica, el 23 de agosto de 686. Fue Mayordomo de Palacio del reino de Austrasia desde el año 715 (a los 29 años) hasta su muerte. Se trataba de un cargo muy similar al que actualmente conocemos como el de Primer Ministro. Por su parte, Austrasia estaba conformada por la parte oriental de Francia más el oeste de la actual Alemania y los Países Bajos y Bélgica. Carlos Martel es considerado el “padre” de la caballería pesada europea y el catalizador para el inicio del sistema feudal que acompañaría a Europa durante toda la Edad Media.

Era hijo ilegítimo de Pipino de Heristal (llamado también Pipino el Joven o Pipino II) con su concubina Alpaida. Dada su condición de bastardo, Plectrude, esposa de Pipino, instigó para alejar a Carlos Martel de su cargo y colocar a Teodoaldo, su hijo. En aquel entonces, éste tenía seis años y Carlos Martel fue encarcelado en Colonia.

Dada la situación muchas provincias del Reino no aceptaban que una mujer sea quien ejerciera el poder. Las revueltas en diversas localidades del reino empezaron a surgir. Primero fue Neustria (parte occidental de Francia) en el que Ragenfrido (mayordomo de Neustria) venció a Teodoaldo en el bosque de Cuise. Tras esta victoria, el norte de Italia, Sajonia y Austrasia se unieron a la rebelión.

En estas circunstancias, Carlos Martel escapa de la cárcel y se une a las revueltas poniéndose a la cabeza de ellas. En Austrasia los nobles lo nombran Mayordomo de Palacio para enfrentar a los neustrianos encabezados por Chilperico y Ragenfrido. El ejército de Carlos se enfrentó a este cerca de Colonia y allí fue donde le infringieron la única derrota de toda su carrera militar; en ella tuvo que abandonar el campo de batalla debido a que no tenía tiempo ni hombres suficientes para vencer. Se escondió en las montañas de Eifel. Luego Chilperico es reconocido como rey; Ragenfrido, como mayordomo.

En esa coyuntura, Carlos atacó al ejército que lo venció previamente en Malmedy, cuando volvía a sus tierras y luego en la Batalla de Amblève. A partir de ese entonces, Carlos establecería los patrones de su estrategia militar para toda su vida: atacar a su enemigo dónde y cuándo éste menos lo pensaría. Es así que sus batallas fueron cuando el ejército enemigo marchaba triunfante a casa; al mediodía, cuando los enemigos descansaban; o fingiendo una retirada, como solían hacer los hunos. Entonces, evitando que sus batallas acontecieran cuándo y dónde sus enemigos esperaban, Carlos inició para sí una época de victorias hasta el final de sus días.

Carlos y su ejército confirmarían su supremacía en Vichy, siendo el año 717, victoria que le permitió unificar Austrasia y Neustria. De ahí persiguió a las fuerzas militares neustrianas hasta París y luego fue a Colonia a negociar la paz con Plectrude y su hijo Teodoaldo. Carlos Martel los trato con bondad, una cosa rara para la época. Tras sofocar la rebelión, Carlos Martel coloca en el trono de Austrasia a Clotario IV, destronando a Chilperico II y repudia al obispo de Reims, Rigoberto, quien era favorable a Plectrude y coloca a Milo de Treves, quien sí lo apoyaba.

Paso a paso va recuperando el poder del reino franco: primero vence a Ragenfrido y luego a Eudes, Duque de Aquitania, que se había vuelto independiente durante el caos de la guerra civil. En la batalla de Soissons derrota definitivamente a Neustria y la somete a su mando. Chilperico y su aliado huyen a las tierras al sur del Loira y Ragenfrido hacía Angers.

Teniendo unificado al reino de los francos, Carlos Martel se embarca en una nueva tarea: expulsar a los sajones que habían invadido el sur de Austrasia. En 718 devastó las tierras en los márgenes del Weser, Lippe y Ruhr. Finalmente los derrotó en la Floresta de Teutoburgo. En 719 toma Frisia Occidental sin gran resistencia de los frisios, que ya habían sido súbditos de los francos pero habían tomado el control de la zona tras la muerte de Pipino II. Luego Carlos inicia una campaña de evangelización, Aldegilse, líder de los frisios, aceptó ser cristianizado y Wilibrordo, obispo de Utrech, es enviado a convertir a los frisios al catolicismo y con el tiempo se llamaría el “Apóstol de los Frisios”. Por otra parte aparece la figura de Winfrido (el futuro San Bonifacio) conocido con el “Apóstol de los Alemanes” puesto que evangelizó a aquel pueblo.

Cuando muere Clotario IV, un títere en el gobierno, Carlos Martel se ve en la necesidad de reponer en el trono a Chilperico II, pero éste muere en el 721. Para no perder influencia en el poder, Carlos Martel acude al monasterio de Chilles para colocar en el poder a Thierry IV, hijo de Dagoberto III, con quien tenía una gran amistad y lo hace rey. En esas circunstancias, los neustrianos vuelven a rebelarse bajo el mando Ragenfrido, quien había quedado en el condado de Anjou, pero fue fácilmente derrotado en el 724 y entregó a sus hijos como rehenes para mantenerse en el condado. Con esto se pone fin a las guerras civiles durante el gobierno de Carlos Martel.

En cuanto a su política exterior, Carlos puso empeño en enfrentar a los pueblos germánicos. Entre el 720 y 723, atacó Baviera, la tierra en la que los duques Agilofingos gobernaban independientemente bajo una alianza con el rey de los lombardos, Luitprando. El duque bávaro, Hugoberto, se sometió a la soberanía de los francos. Entre 735 y 728 volvió a atacar Baviera y fruto de esa campaña militar surge una relación entre Carlos y la princesa agilofinga Suanachilde, quien pasó a ser una concubina suya. Posteriormente atacó a Lanfredo, Duque de Alamania, quien se había vuelto independiente y lo mató en el campo de batalla. Con esto hecho, los alamanes quedaban sometidos, ya que obligó a aquel pueblo a no elegir un nuevo sucesor para el duque muerto. Así, Carlos Martel conseguía tener bajo su poder el norte y el sur de la Germania.

A partir de ese momento Carlos Martel debe prepararse para afrontar la amenaza musulmana proveniente de la antigua Hispania. Desde 721 el emir de Córdoba estuvo organizando un poderoso ejército con reclutas de Marruecos, Yemén y Siria. Su objetivo era conquistar Aquitania, una tierra nominalmente bajo soberanía franca pero de facto independiente desde que estuvo en manos de Eudes el Grande y los reyes merovingios perdieron el poder.

Los invasores musulmanes asediaron Toulouse, por aquel tiempo la ciudad más importante de Aquitania. Eudes el Grande huyó de la ciudad en búsqueda de refuerzos dejando la ciudad bajo asedio enemigo, quienes creyeron que huía cobardemente. A su vuelta atacó por sorpresa a los islámicos dispersándolas primero y luego asesinando a aquellos que no pudieron escapar.

Carlos Martel sabía que los musulmanes volverían. Además, consideraba, que debía preparar un ejército netamente profesional y no sólo contar con los veteranos de anteriores batallas. Sin embargo, chocaba con una limitación de la época: los ejércitos eran convocados sólo para la batalla y casi no existía el ejército permanente. No obstante, la única salida fue crear un ejército permanente en base a los habitantes de sus tierras y pagarles por sus servicios; pero esta paga iba destinada a sus familias, ya que perdían a un miembro que aportaba a la economía del hogar. Carlos Martel encontró la solución confiscando tierras a la Iglesia y vendiéndolas a los aristócratas. Con eso pudo costear la manutención y paga de sus hombres. Debido a este proceder, se murmuró por mucho tiempo que Carlos Martel podría ser excomulgado.

Por parte de los musulmanes las cosas no podían ser más diferentes. Abdul Rahman al-Ghafiqi (castellanizado como Abderramán), gobernador del Al-Ándalus, tal como el resto de los islámicos, tenía como referencia de los francos la impresión de que éstos eran uno más de los rudos pueblos germánicos que socavaron el poder de la Roma imperial. Nunca pensaron que los francos estaban desarrollando un ejército profesional y disciplinado. Entonces creyeron que la conquista de Europa sería sencilla. Lo único que sabían de los francos es de la existencia de Carlos Martel como líder que había prevalecido sobre otros que se atrevieron a cuestionar su poder.

Previamente a la batalla de Tours, Abderramán cometió un par de errores tácticos: por una parte no consideró la verdadera fuerza de los francos y por el otro, no examinó los movimientos del ejército franco comandado por Carlos Martel. Si el general islámico hubiera hecho por lo menos una de estas dos cosas, hubiera tenido mucha ventaja en la Batalla de Tours; y como señalamos líneas arriba, permitiéndole a Carlos Martel escoger el lugar y el momento para la batalla. Siendo éstos los puntos fuertes del franco, el general musulmán selló su derrota.

La Batalla de Tours (o también conocida como Poitiers) significó el encuentro de una infantería bien entrenada pero sin armadura (francos) contra una caballería pesada con lanzas de seis metros y una caballería ligera de arcos y flechas (sarracenos). Sin embargo, los francos habían creado su propia falange, a imitación de los antiguos griegos, para repeler la caballería enemiga. En la Edad Media, fue una gran hazaña militar. Ni siquiera las bien entrenadas legiones romanas, con sus pesadas armaduras, pudieron hacer algo similar contra los partos siglos antes. Aparte de esto, Carlos Martel se las ingenió, mediante un ardid, para asesinar a Abderramán en el momento más crítico de la batalla y crear confusión entre las filas sarracenas. Por todo esto Carlos Martel tiene un lugar bien merecido en la Historia como salvador de Europa y como un brillante general.

A partir de este momento surge el mito de Carlos Martel. Existen dos versiones que le dan sentido a su apelativo. La primera y más conocida consiste en que durante la batalla golpeaba a los soldados enemigos con un martillo. La segunda, una poco conocida, es que se convirtió en un “martillo” contra los jefes musulmanes que residían en la zona sur de Francia.

La guerra contra los sarracenos continuó ya que no habían sido derrotados del todo. Ellos toman Avignon y Arlés y en el 735 atacan Borgoña. Muchos nobles borgoñones pactan con los invasores, pero posteriormente resultan castigados por Carlos Martel, que inicia una campaña de reconquista del territorio perdido y logra que los sarracenos se replieguen hacia el valle del Ródano. Esto fue en el 736 y al año siguiente toma Avignon junto a su hermano Childebrand, pero no consigue lo mismo con Narbona. Para reconquistar Provenza forja una alianza con los lombardos. Su intención era consolidar su presencia en el flanco oeste de su reino evitando que los sarracenos conquisten el resto de Europa. Fue así que concentró sus fuerzas en repeler a los musulmanes y consolidar su presencia en el oeste de su reino. Tan sólo hay un par de campañas militares contra los sajones y frisios, ubicados en otros sectores del reino franco y luego nada más.

Carlos Martel sólo se detiene ante Narbona, una ciudad amurallada que le hubiera costado mucho conquistarla. Más bien la dejó cercada y aislada de los musulmanes. Muchos historiadores se preguntan el porqué Carlos Martel no acometió la empresa de tomar Narbona, si le hubiera costado el mismo esfuerzo que hizo en Arlés (donde usó arietes, catapultas, escaleras). Hay dos respuestas: una de ellas está en el alto costo de vidas que hubiera costado la tarea teniendo en cuenta que no debía perder muchas ya que eran necesarias; la otra respuesta es que ya se sentía un poco agotado para su edad y debía ir preparando a sus hijos en la administración del Reino Franco.

Con todo lo anterior dicho, Narbona quedaba como un puesto avanzado de los sarracenos en su afán por conquistar y dominar toda Europa. Quien estaba de jefe de las fuerzas invasoras era el hijo de Abderramán. Esta vez el hijo estaba más que dispuesto a vengar la muerte de su padre. Sin embargo volvió a cometer un error similar al de su padre: subestimó a Carlos Martel. Según sus cálculos, a los francos les tomaría una generación desarrollar la caballería pesada; sin embargo, ellos lo hicieron en cinco años y Martel logró coordinar los movimientos de caballería e infantería durante las batallas, condición que le daría más victorias sobre los invasores musulmanes. Una de estas batallas fue en el río Berre (cerca de Narbona) que significó la destrucción total del ejército musulmán.

Hay un periodo de la vida de Carlos Martel que se conoce como el interregno. En ese tiempo se dedica más a las labores administrativas que a la guerra. En el 738 obligó a los sajones de Westfalia a que le pagaran tributo. En el 739 sofocó una revuelta en Provenza. Creó, además, cuatro diócesis en Baviera (Salzburgo, Ratisbona, Frisinga y Passau) y las entregó a San Bonifacio en calidad de arzobispo. Éste santo —durante su vida— fue un protegido de Carlos Martel y, posteriormente, le devolvió el favor defendiéndolo de sus detractores en lo que se refiere a la toma de tierras pertenecientes al clero siempre bajo el argumento de que era necesario para defender la cristiandad.

Carlos Martel no gozaba de buena fama entre los miembros de la Iglesia Católica, muy a pesar de que se había erigido en “salvador de la cristiandad” tras la Batalla de Poitiers. El Papa Gregorio III, que le había dado el título de “Héroe de la Cristiandad”, no quiso castigar a Carlos Martel puesto que era su único posible defensor contra la amenaza lombarda. El rey lombardo Luitprando, aliado de Carlos Martel, decidió atacar Roma por el apoyo del Papa al Ducado de Spoleto. Por su parte, el Papa pide ayuda al Mayordomo de Austrasia y éste, con una simple legación, garantiza que los Estados Pontificios logren sobrevivir al peligro que les amenazaba a cambio de que Luitprando tomara Rávena. Esto sucedió en el 739.

Tras la muerte de Thierry IV (en el 737), Carlos Martel decide no escoger un sucesor. Ya tenía mucho poder y decide, por lo tanto, gobernar por su propia cuenta aunque ilegalmente. Es así como se establecen las bases de la dinastía carolingia la cual empieza —legalmente— con Pipino el Breve. Hasta Carlos Martel, se denominaba la línea pipíada. Por otra parte, los monarcas merovingios habían perdido tanto poder y ya no podían reclamar el trono franco.

Carlos Martel murió el 22 de octubre de 741 en Quierzy. Fue enterrado en la Basílica de Saint-Denis. Dividió sus territorios entre sus hijos: Carlomano recibió Austrasia y Alamania, incluyendo a Baviera como vasalla y Pipino el Breve recibió Neustria y Borgoña, incluyendo a Aquitania como vasalla.

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