miércoles, 21 de marzo de 2012

Enrique V. Un pequeño análisis

Debido al tiempo transcurrido —desde su estreno hasta hoy— ya debe haber literatura crítica de cine muy desarrollada sobre la película. Entonces, evitando caer en un círculo vicioso, mi pretensión es encontrarle algún punto, visto desde cierto ángulo, que termine por ser original y novedoso. Es por ello que termino haciendo esta suerte de ensayo o apreciación crítica centrada en uno o dos temas. Por otro lado, estudiar la película globalmente seria un proyecto que tomaría años y el formato del blog no permite algo tan extenso.


La construcción de un personaje modelo

Antes de empezar, es conveniente dejar claras un par de cosas. La película materia de este texto es producto de una obra de teatro titulada Henry the Firth, o conocida popularmente como Henry V y escrita por William Shakespeare. La segunda consiste en que Kenneth Branagh ha trasladado (no copiado) casi todo el texto de la pieza teatral mencionada. Es más, en la ficha técnica de la película Henry V figura que el guión es una adaptación de la pieza teatral. He tenido la oportunidad de leer la pieza teatral luego de ver la versión cinematográfica y los diálogos —casi todos— coinciden plenamente al momento de cotejar el original con su versión cinematográfica.

Mi propuesta en estas líneas consiste en demostrar en qué manera y hasta qué grado Shakespeare preparó una pieza de teatro que resulte aleccionadora para los sucesivos monarcas —primero ingleses y luego británicos— que gobernarían desde Londres.

La peripecia se da en el marco de la Guerra de los Cien Años. Enrique V es conocido por ingleses y franceses por ser un joven disoluto, dedicado a la juerga y que provoca a cualquiera cuestionarse si en verdad es un sujeto apto para ocupar el trono. En las escenas que se van sucediendo, en la primera mitad del film, vemos que Enrique (antes de ser coronado) tiene un grupito de amigos dedicados a la bebida, entre ellos se destaca John Fastalff, un borrachín putañero y otros más de la misma calaña. Eso sucede en escenas que cronológicamente corresponden a un tiempo previo al desarrollo de la acción dramática. En ese tiempo Enrique es príncipe y entre sus amigos le dan consejos, entre cerveza y cerveza, sobre qué debe hacer cuando ya sea coronado rey.

Sin embargo, pese a lo anterior, cuando Enrique V asume su rol de monarca inglés, rompe tajantemente con sus amigos de juerga. De cierto modo parecería un punto negativo para Enrique algo que se traduciría en palabras como “hace mal en olvidar de dónde vino”. Tal apreciación, por parte del público espectador, es incorrecta. El rey no viene de ese mundo de juerga y para ocupar el cargo que lo convierte en la cabeza de un reino debe hacer el sacrificio de abandonar la juerga y a esos amigos de aquellos días más disolutos. Aquí Shakespeare deja una primera lección para un futuro rey: asumir la dirección de un estado implica seriedad.

Un siguiente punto interesante es el castigo a los traidores. El Conde de Cambridge, Lord Scroop y Sir Thomas Grey están involucrados en un acto de traición puesto que han recibido dinero de los franceses para asesinar a Enrique V y hacer fracasar sus pretensiones tanto como afectar a Inglaterra. Uno de ellos es un caso particular. Se trata de Lord Scroop. Escuchamos de la boca del rey que él fue uno de sus más cercanos, que conocía hasta sus más íntimos pensamientos y aún así se atrevió a traicionarle. Estos hechos acontecen cuando se desarrollan los preparativos finales para que la expedición militar enrumbe hacia Francia. Debe ser difícil para un rey que sus nobles, hechos para protegerlo, sean capaces de un acto de traición, más aún si entre ellos se incluye uno de gran confianza. Otra lección que deja Shakespeare consiste en que si el rey es traicionado, fuera quien fuera y en el momento que sea, aquellos ingleses que pretendan atentar contra la corona y el país deben ser ejecutados porque no merecen perdón. La segunda lección extraída de este pasaje está dada por la exigencia al rey de que si hay piedras en el camino —por más pesadas— deben ser removidas para seguir adelante.

Ya en suelo francés Carlos VI, el rey de Francia, amedrentado por la violencia inglesa, además, temeroso por la suerte de su reino, le ofrece a Enrique V algunos ducados de poca importancia y la mano de su hija, la princesa Catalina. El rey inglés rechaza la propuesta francesa. Es muy poco, aquellos pocos ducados a cambio de la paz. Enrique V está en Francia para ganarla toda por medio de la guerra o la paz. Su pretensión es reinar en Francia porque tiene argumentos jurídicos para hacer prevalecer sus aspiraciones. Una lección más que deja Shakespeare está en la voluntad férrea de Enrique V para actuar. El propósito del rey es tal y no dejarse desviar de aquél.

En la guerra, que para la causa inglesa se cree justa, Enrique V se muestra resuelto, decidido y sumamente belicoso. Eso sucede en el asedio y toma de Hafleur. Esta lección ya es en el plano militar. Un rey también tiene como tarea hacer la guerra y aquí Shakespeare deja como ejemplo un hombre con las características ya mencionadas como necesario para Inglaterra.

Otro aspecto significativo del asedio de Hafleur está dado por el trato que tiene hacia sus hombres: a todos por igual; si bien cuenta entre ellos con gente del pueblo, que podrían ser de baja condición, villanos y rufianes, a quienes les dice que son nobles ingleses. Les recuerda sus orígenes y el deber que tienen hacia Inglaterra. En un mundo (el medieval) en el que los hombres están separados por estamentos, tratar a los de más baja condición como de la más alta, ya que su valor los eleva a dicha condición, es una magnífica característica a resaltar y ser imitada a futuro. Con un rey como Enrique V, sus hombres son capaces adquirir grandes dotes. Es como convertir el carbón en diamante.

Tras el asedio de Hafleur, el ejército queda en precarias condiciones. Las imágenes del film son claras: hombres que no pueden más y arrastran sus escudos, muchos heridos (incluso el rey) pero ellos siguen adelante. El nuevo objetivo del rey Enrique consiste en alcanza Calais para retornar a Inglaterra, pero es tan bravo el rey inglés que le dice al heraldo francés Montjoy que no está dispuesto a pelear, pero en caso que se le cruce un ejército francés que le impida alcanzar Calais estaría dispuesto a hacerlo. Otro valor más: valentía y responsabilidad frente a las consecuencias de las acciones cometidas.

Un momento de gran dramatismo esta dado por la ejecución de Bardolf. Es uno de sus tantos excompañeros de juerga que forma parte de la infantería inglesa. Éste ha robado una reliquia en un pueblo por donde el ejército inglés estuvo de paso. Para castigar la rapiña, el rey Enrique da la orden de ejecutarlo mediante la horca. En ese momento el rey inglés suelta una lágrima porque recuerda el día en que Bardolf le dice —como consejo— que nunca cuelgue a un ladrón. En un momento pareciera que lo va perdonar, pero él debe ser duro e inflexible. Debido a que quiere ser rey de Francia, no desea que se haga daño a ningún poblador francés porque serán sus futuros súbditos y no debe haber un rencoroso recuerdo cuando Enrique reine en Francia. Aquí Shakespeare deja una lección de que el rey debe respetar a quienes pretende incorporar bajo su soberanía siempre y cuando el reclamo sea justo, es decir, el reclamo de la corona francesa.

Durante la vigilia previa a la Batalla de Agincourt el ejército inglés pasa la noche en su campamento. Enrique V decide colocarse una capucha y deambular entre los soldados reunidos alrededor de las abrigadoras hogueras. Busca conocer el sentimiento de sus hombres antes de una batalla difícil y crucial. Entre diálogo y diálogo se puede llegar al resumen de que el rey padece más que el hombre simple. La condición de rey es una gran responsabilidad y Enrique lo sabe. Gobierna por derecho divino y es líder de un pueblo. Lo que él decida, por medio de la lealtad del pueblo, hará que se haga realidad y los puede llevar a la perdición como también al éxito. Un rey que reconozca eso, aunque a solas y sin más testigo que Dios (tal como lo hace en el film) lo coloca como un sujeto de una gran humildad y un gran sentido de la responsabilidad.

Finalmente, el discurso de Agincourt, en el que motiva a sus tropas débiles e inferiores numéricamente frente a los franceses, más fuertes y superiores numéricamente, termina por coronar todas las ejemplares virtudes de Enrique V lo que trae como consecuencia que sus tropas superadas cinco a uno peleen decididamente contra los franceses y por la causa del rey inglés. Es el clásico ejemplo de liderazgo: inspirar a los dirigidos para que hagan lo que el líder quiere.

Con todo lo dicho anteriormente, sobre las virtudes de este rey inglés, queda como un monarca ejemplar. Enrique V tiene bien merecidas las palabras que le dedica el propio Shakespeare llamándolo en su pieza teatral “Astro de Inglaterra”.

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